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La actualidad de San Roque

18/08/2020
 Actualizado a 18/08/2020
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Recorriendo centenares de templos de la Diócesis de Astorga, y lo mismo sucederá en otras diócesis, llama la atención que la gran mayoría tienen la típica imagen de San Roque, con su perrito lamiéndole las llagas. Por otra parte varias corporaciones municipales, como la de Ponferrada, cumplen cada dieciséis de agosto con el llamado ‘voto de Villa’, nacido de promesas de tiempo inmemorial en agradecimiento al santo abogado contra la peste.

Decimos que San Roque está de actualidad porque, desgraciadamente, la peste no es solo cosa de tiempos pasados, sino que es también el gran mal de moda en el tiempo presente, que tiene acongojado al mundo entero. Roque era un peregrino, nacido en Montepellier, que se encontró con numerosas personas víctimas de la peste y decidió dedicarse a cuidarlas, poniendo en peligro su propia salud, llegando a contagiarse. Parece que la escena se repite.

No vamos a decir que el coronavirus sea un castigo del cielo, pero no podemos dudar de que se trata de un importante prueba de la que podemos salir mejor o peor parados. Es una ocasión privilegiada para demostrar si realmente somos egoístas o pensamos en el bien de los demás. Lo primero es luchar contra el bicho, cumpliendo de forma responsable con las normas establecidas para que la pandemia no vaya en aumento. No todo el mundo lo hace. Pero, además, nos permite conocer de primera mano el sufrimiento que de manera constante se ha vivido y se está viniendo en tantos países del mundo, mientras que nosotros hemos estado mirando para otro lado. Pensemos por ejemplo en el sida, el ébola, o en algo más fácil de erradicar como sería la ‘peste’ del hambre, que no necesita más vacuna que disponer de alimentos.

Dado que las consecuencias de la nueva peste no son solamente sanitarias, sino también económicas, podemos examinar nuestra actitud ante las víctimas de la pérdida de sus puestos de trabajo. Sin duda aquellos que tenemos un trabajo fijo, una pensión o medios suficientes, podemos sentirnos privilegiados y deberíamos estar dispuestos a perder un poco de lo nuestro para favorecer al que está peor. Claro que aquí tienen mucha responsabilidad los que gestionan los dineros públicos y tendrían que empezar por dar ellos mismos ejemplo, cosa que no parece probable.

Pero hay también más medios de ayudar, a través de instituciones serias y fiables que canalizan ejemplarmente la ayuda a los demás, como puede ser Cáritas. Si realmente fuéramos generosos es mucho lo que se podría hacer.
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