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Juventud, tesoro y miseria

26/07/2016
 Actualizado a 11/09/2019
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Ser joven no es ningún mérito, pues no depende de nuestra elección ni la edad que tenemos ni el año de nacimiento. Ser joven tiene ventajas, pero también inconvenientes como la inmadurez. Y parece ser que en la actualidad se retrasa cada vez más el alcance de la madurez, aunque en algunos aspectos los más jóvenes presuman de precoces y traten de comportarse como si fueran adultos. Un claro ejemplo es la banalización de la sexualidad.

Los jóvenes de hoy tienen una serie de medios que hace no muchos años eran inimaginables. Da la impresión de que nacen con un ordenador y un móvil bajo el brazo y apenas necesitan tiempo para aprender a manejar las nuevas tecnologías o desenvolverse con soltura por las redes sociales. Otra cosa es la vaciedad o pobreza de contenidos o el uso inadecuado. No es bueno criticar por sistema a los jóvenes, pero tampoco caer en la ingenuidad de creer que todo lo que hacen lo hacen bien. Tener que ingerir alcohol o fumar porros para divertirse no es precisamente una conducta acertada, aunque esté de moda. Tampoco es plausible al abandono sistemático de las prácticas religiosas, como si eso fuera cosa del pasado y de gente ignorante. Siento tener que decir que los ignorantes son ellos. Eso sí, muere un colega y un par de días se conmueven, pero siguen sin preguntarse por el sentido de la vida.

Evidentemente hay muchos tipos de jóvenes. Precisamente estos días varios cientos de miles, tal vez millones, se reúnen en Cracovia, contando con la presencia del Papa, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud. Si nos fijamos en todos los que no van o no se enteran es como para deprimirse. Pero hay que mirar el lado positivo: Jesucristo sigue cautivando y llenando el corazón de muchos chicos y chicas. Lo cual quiere decir que merece la pena buscarlo y encontrarlo.

Hace pocos días un joven de dieciocho años mantuvo en tensión al mundo entero y especialmente a Alemania. Ello indica el poder que puede tener un joven o cualquier otra persona para hacer el mal, que el mal uso de los medios que las nuevas tecnologías ponen a su alcance puede tener efectos desastrosos, aunque no siempre sean tan notorios y tan graves. Hay que querer mucho a los jóvenes y es mucho lo que se puede esperar de ellos. Pero no se puede asentir sin más a todo lo que hacen o pretenden.

¿Acaso no se está notando en España la inmadurez de los jóvenes políticos, que no quieren hacer caso a lo que les dicen los propios miembros de sus partidos con más años de experiencia?
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