31/05/2022
 Actualizado a 31/05/2022
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Desde Caín a nuestros días el ser humano ha estado obsesionado por matar a sus semejantes. Poco o nada ha mejorado la humanidad. Con razón se le llama a la cultura actual «la cultura de la muerte». Somos testigos de la masacre que se está cometiendo en Ucrania, la destrucción de ciudades y el asesinato de miles de personas, incluidos los soldados rusos. Desde el primer momento no solo Putin, sino gran parte del pueblo ruso justifica estas muertes absurdas y sin sentido. Sin duda la desinformación es una de las principales causas de que el pueblo acepte sin ruborizarse tantas atrocidades.

Durante muchos años la organización terrorista ETA ha sembrado dolor y muerte en infinidad de familias. Una buena parte del pueblo vasco no ha tenido inconveniente en justificar estos crímenes o en el mejor de los casos en condenarlos con la boca pequeña. Podemos decir otro tanto de los atentados yihadistas, cuyos autores pretenden incluso considerarlos como un mandato divino.

El problema no es solamente que haya personas que a título individual asesinen, sino que sociedades enteras lo tienen asimilado como algo normal. Sin duda son sociedades gravemente enfermas. Y es exactamente esto mismo lo que está ocurriendo con el tema del aborto. Cuando una mujer está embarazada se da cuenta de que un nuevo ser humano se encuentra en sus entrañas y trata por todos los medios de cuidarlo y poner todos los medios para que salga adelante, esperando el gozoso día de poder contemplarlo con sus ojos. No se trata de una parte del cuerpo de la madre, sino de un ser humano distinto de ella, de su hijo. Pocas cosas tan crueles se pueden hacer como triturar a ese ser inocente e impedirle nacer. Guste o no guste oírlo, quitarle la vida es un crimen.

Nada más aberrante que presentar el aborto como un derecho de lamujer, como si fuera un método anticonceptivo. Y esto no es cuestión de fe religiosa, sino de tener en cuenta la ciencia y los derechos humanos. No entendemos cómo pueden llamarse progresistas quienes no respetan un derecho tan fundamental como el derecho a la vida. Pero no es menos detestable la hipocresía de partidos como el Popular que en este terreno son exactamente iguales. Que no piensen que eso se arregla con decir que una menor para abortar necesita el cometimiento de los padres. El crimen es elmismo. Y ¿qué decir del Tribunal Constitucional que lleva diez años sin dar una respuesta mientras más de un millón de niños han sido asesinados en España? Lo grave es que el pueblo tampoco se inmuta.
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