Jubilados sin jubilarse

Hay un debate interesante sobre cuándo se debe de dejar la actividad laboral y vivir de una justa y merecida pensión. Hay quienes se quieren hacer ricos de mayores y se aferran a trabajar a los sesenta más de lo que lo hicieron a los treinta. Otros se creen inmortales y su obsesión es hacer dinero para cuando pasen de los cien años de edad y decidan dar la vuelta al mundo. Y algunos hasta consideran que son insustituibles en la empresa, en el negocio familiar o en el puesto de funcionario. A todos estos los acogen con entusiasmo en el Partido Popular y en Ciudadanos, cuyos programas políticos le dedican la promesa de «compatibilizar la percepción de la pensión de jubilación con la continuidad indefinida de la actividad laboral bien como asalariados o como autónomos», aunque es cierto que en el PP incorporan matices, y en Ciudadanos optan por el liberalismo más radical. Pues bien, yo no me apunto a esa tesis de que hay trabajo para todos hasta los cien años, me apunto a la tesis de que haya trabajo para todos los jóvenes cuando acaban su periodo de formación, me apunto a la tesis de que haya oportunidades para todos los hombres y mujeres en edad de trabajar, que los salarios remuneren de forma digan el esfuerzo y conocimiento, y que a los sesenta y cinco años, o antes si el sistema lo permite, ‘colguemos las botas’. No quiero un Gobierno legislando por decreto para alargar la vida laboral a todo el mundo , ni para alargársela a quienes con buenos puestos de trabajo están más a gusto en su despacho que en su casa, quiero un gobierno que garantice pensiones dignas para que a una edad razonable dejemos nuestras responsabilidades laborales y demos oportunidades a los jóvenes y a los inmigrantes que de verdad llegan a nuestro país con ganas de ganarse la vida. Porque en España, gobierne quien gobierne y vaya como vaya la economía, no hay trabajo para todos, por eso en algún momento habrá que dejarlo y dar oportunidades a las siguientes generaciones. Y los que gobiernen a partir del domingo, tienen la obligación de facilitar que sea así.