Juanín: "Ahora pesa más la tristeza, con el tiempo lo veré de otra manera"

El ya exjugador ademarista reconoce no asimilar aún una despedida precipitada, pero en la que sintió el cariño de una afición entregada a una figura clave en la historia del Ademar

Jorge Alonso / David Rubio
02/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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El sábado dejó atrás la que ha sido su vida durante 24 años, el balonmano profesional. Dice que quiere alejarse un poco y olvidar por unos días un adiós que le ha pillado antes de lo que esperaba. Lo intenta yéndose al río para disfrutar de su otra pasión, la pesca. Sin embargo, la cantidad de entrevistas que ha dado desde entonces no le permiten desconectar del todo, algo que sí hará estos días en los que disfruta de una nueva ronda de abrazos y fotos en la cita por excelencia del balonmano continental, la Final Four de Colonia a la que le ha invitado el Barcelona. Sincero y humilde, como siempre, Juanín mira una vez más atrás sin querer pensar demasiado en el futuro.

–¿Ha asimilado ya lo del sábado?
–De momento han pasado pocos días y aún sigo recibiendo mensajes, está demasiado reciente, pero seguro que con el tiempo se verá de otra manera.

–¿Se lo imaginaba así?
–No, porque yo tampoco quería despedirme este sábado, esas cosas nunca se piensan, ni cuando ganas un título piensas en cómo lo celebrarás, pero sí me sorprendió que hubiera tanta gente en el Palacio, que la gente se quedara después del partido.

–Allí lloró todo el mundo
–Niños y mayores, gente que me decía que no había ido nunca al balonmano pero que venía a ver mi último partido,otra que hacía tiempo que no iba al Ademar, emociona ver a tanta gente con los ojos rojos. Fue un día muy muy triste, pero también tenía un sentimiento de agradecimiento.

Si Cadenas en vez de dar la oportunidad a un juvenil hubiera fichado otro extremo yo no estaría aquí–¿Pesó más la tristeza o esa gratitud?
–A día de hoy tengo más sentimiento de tristeza, con el tiempo lo veré de otra manera y diré ¡vaya día!, pero por el momento pesa más la tristeza.

–Nadie ha tenido una mala palabra para ti y además casi han destacado más tu faceta personal que deportiva
–Hombre, lo normal es que nadie diga nada malo en una circunstancia así (entre risas). Ha habido mucha gente que ha escrito, que me ha llamado, he intentado contestar a todo el mundo.

–¿Se parece esto a la despedida de Barcelona en el Palau?
–El día anterior tenía la misma sensación, muy nervioso, el día del Palau jugamos contra el Huesca y no era capaz a meter un gol. Es verdad que aquel no era mi último partido con el Barça porque quedaba la ‘Final Four’, pero tuve ese sentimiento de tristeza y agradecimiento porque me trataron tan bien en un sitio que no era mi casa desde el primer día. Ahora, con el tiempo, ya no tengo esa tristeza y tengo uno de gratitud inmensa, con esto de León sé que me pasará lo mismo y que con el tiempo cambiará el sentimiento.

–¿No haberse podido despedir del Palau jugando es una de las espinas que le quedan clavadas?
–Sí. Después del último partido allí este año hablé con un amigo y me decía «este igual es tu último partido en el Palau». Me quede así y le dije «hombre, espero que no» y ahí empecé a pensar que ya me quedaba poco, que tenía que decidir que el año que viene pudiera ser mi último y poder despedirme de todas las pistas. Ir al Palau sabiendo que era mi último partido, a Logroño... a todos los sitios, porque en todos me han tratado bien. En Santander, que fue el único partido que jugué sabiéndose que me iba estuve más de media hora después del partido con la gente y es una manera de agradecer el apoyo. Me hubiera gustado que cada viaje hubiera sido una despedida, pero las circunstancias han hecho que no fuera posible.

–Lo que sí le permitió el destino es que también dijera adiós a la selección en León
–Sí, aunque no era consciente de ello, pero ahora visto con la distancia es de estar agradecido.

–Un adiós que llegó de la mano de Cadenas, que también fue quien le dio la oportunidad de debutar
–Con Manolo nos hemos cruzado muchas veces en la vida, fue el que me dio la oportunidad de estar jugando a esto profesionalmente, luego coincidimos en el Barça, luego una convocatoria en la selección. Ahora vuelve a León, nos cruzaremos por ahí, no sé si en el Ademar o en la calle, en cualquier sitio.

Me hubiera gustado que cada viaje fuera una despedida, en todos los sitios me han tratado bien–¿Cuál es tu mejor recuerdo como jugador del Ademar?
–Sin duda la liga que ganamos, es como si la hubiéramos ganado este año. Un equipo de cuatro amiguetes que le ganó a un Barça que venía de ganar cinco ligas y cinco ‘Champions’. Empezamos mal, pero nos pusimos a ganar, a ganar y a ganar, fallaron ellos y nos llevamos la liga. Fue un auténtico milagro. Aquellos son seguro los mejores años de la historia del Ademar y difíciles de mejorar.

–Volviendo a la selección, ¿con qué se queda, el bronce olímpico de Pekín o el oro mundialista de Túnez?
–En Atenas hicimos unos buenos Juegos, pero en cuartos de final con Alemania jugamos un partido que nunca se acababa, con prórrogas y en los penaltis fallamos los cuatro que tiramos. Vaya llorera. La vida nos dio una segunda oportunidad a algunos y en Pekín sin hacer un gran campeonato conseguimos una medalla y para mí es el mayor logrocon la selección. Son cada cuatro años y el oro de Túnez fue la primera medalla mundialista de España. Pero los Juegos son otra cosa, no sé los demás, pero yo lo pongo por encima.

–Pocos quedan en activo de aquella generación, pero algunos de ellos son ya entrenadores al más alto nivel, ¿le anima eso para dar el salto al banquillo?
–Nos vamos haciendo mayores todos, hay jugadores que al acabar sus carreras han tenido huecos en equipos para formarse y acaban cogiéndolos.

–Uno que sí que sigue es Hombrados, que dio la casualidad de que estuvo en tu debut y en tu despedida
–Me deja todos los goles prácticamente, creo que al primero al que abracé después del partido fue a él, que me regaló la camiseta. Cuando yo tenía 17 años y empecé a jugar en el primer equipo él ya tenía una medalla olímpica, a los jóvenes nos ayudaba mucho y le di las gracias por lo que había hecho cuando yo era pequeño. Antes no había los vídeos de ahora y yo siempre le preguntaba a ver qué hacía el otro portero y él me aconsejaba.

–¿En quién se fijaba cuando empezó a jugar en el Ademar?
–Yo el que veía en la tele y me parecía el mejor era Rafa (Guijosa).

Pongo el bronce olímpico en Pekín por encima del oro mundialista en Túnez, los Juegos son otra cosa–¿Y los chavales que ahora se fijan en usted qué le gustaría que aprendan?
–No sé si alguien se ha fijado en mí, pero sí lo hacen me gustaría transmitir valores, el esfuerzo, la generosidad, ser buen compañero, ser competitivo, como a mí me inculcaron el Hermano Tomás, Manolo Cadenas... lo que es el Ademar.

–Hablando con Víctor Tomás sobre usted decía que en el vestuario destacaba por tener mano con los jóvenes
–Siempre intentas ayudar al que tú ves que se deja, yo no soy el entrenador, pero hay chavales que te preguntan, que les dices algo y se lo toman a bien. Luego hay chicos que empiezan a entrenar con el primer equipo y no hablan, están cortados, les gastas unas bromas y les incorporas al grupo también, se lo intentas hacer un poco más fácil.

–¿Cómo ve la cantera del Ademar?
–Hay varias buenas generaciones, hay chicos interesantes, pero depende también del salto que puedan dar. Los chicos cadetes que están en el Campeonato de España son puro Ademar, puro Maristas, a algunos les he entrenado en infantiles y les decía que tenía miedo de que se hicieran daño, van a muerte.

–Además de talento, personalidad y ambición hace falta tener una pizca de suerte, ¿en qué punto considera que tuvo suerte?
–Siempre hay que tener suerte, porque Cadenas en vez de subir a un juvenil como yo pudo fichar a otro extremo y yo ya no estaba aquí. Tú puedes ser muy bueno y que el entrenador no te dé la oportunidad. Hay muchos jugadores que con 24 años parece que se van a comer el mundo, se rompen la rodilla y se acabó, yo también he tenido suerte con las lesiones. Óscar Perales era el futuro central de la selección española, se rompió la rodilla, se le complicó y hoy en día cojea. A cualquiera le puede pasar.

–¿Con qué compañero te quedas de todos los que has tenido?
–El mejor jugador con el que he estado y que seguramente sea uno de los mejores de la historia cuando seamos viejos y nos lo preguntemos para mí es Niko Karabatic. Entrenando era el mejor, corriendo no le pillaba nadie, lo ha ganado absolutamente todo. Compartí habitación con él el año que coincidimos en el Barça y en el primer viaje me esperó a la puerta de la habitación para que yo eligiera cama porque era el veterano. Es un tío de diez.

–¿Y de rivales?
–Stefan Lovgren. Era un auténtico espectáculo. De las últimas veces que jugamos contra el Kiel en el Palau le pedí la camiseta y luego me enteré de que se la habíamos pedido cuatro o cinco del equipo. Entró al vestuario y se puso a repartir camisetas. Es un fenómeno.

–¿Cuál es el portero que más dolor de cabeza le ha levantado?
–Hay muchos que me han amargado muchas tardes. Dejan Peric cuando estaba en el Celje fue una pesadilla cuando nos levantaron allí 13 goles. Creo que metí 7 u 8 goles y me paró otros tantos, 3 penaltis, el único que me ha parado tantos en un partido. Aquel día creo que todos tiramos y a todos nos lo paró, también el último tiro que nos hubiera dado el pase. Luego fuimos compañeros en el Barça y hablábamos mucho de aquel partido con Rutenka, que también jugaba allí.

–¿Piensa en el futuro? Por el momento está bastante ocupado con el campus que organiza
–El campus nos tiene entretenidos casi todo el año, pero nos apetece, el año pasado fue el primero y estuvo muy bien, este año va mejor todavía y ya estamos ultimando las cosas para cuando empiece la última semana de junio para que los chavales se lo pasen bien, aprendan balonmano y pasen unos días muy intensos.
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