Juan Carlos Ponga: "León no está ni mejor ni peor que el resto del país"

El investigador leonés acaba de publicar el segundo volumen de su más reciente publicación, ‘León perdido II’, que pone el foco en el patrimonio arquitectónico desaparecido en la provincia de León. Tras abordar en el primer volumen la arqueología, los pueblos desaparecidos y la arquitectura religiosa, esta segunda entrega se fija en la arquitecturas militar, civil y popular e industrial

Joaquín Revuelta
29/12/2020
 Actualizado a 29/12/2020
Balneario de Caldas de Nocedo.
Balneario de Caldas de Nocedo.
El investigador, estudioso y profundo conocedor, defensor y divulgador del patrimonio leonés, Juan Carlos Ponga, acaba de publicar el segundo volumen de ‘León perdido II’ (Cultural Norte) que completa el anterior dedicado al patrimonio perdido en la provincia de León, una magna obra que sigue la estela del anterior libro de ‘León perdido’ dedicado al patrimonio arquitectónico desaparecido en la ciudad de León y que obtuvo una excelente acogida hasta el punto de encontrarse agotado, lo que ha llevado al autor a incorporar en el presente volumen, a modo de apéndice, un resumen actualizado del mismo. Como ha reconocido Ponga en anteriores entrevistas con motivo de la aparición de la primera entrega de ‘León perdido II’ «en estos dos libros dedicados a la provincia se recogen primero los edificios históricos, agrupados por identidades arquitectónicas; así, primero están los monasterios, luego las iglesias, detrás los castillos, después los palacios... en cada uno de los grupos siguiendo en lo posible un orden cronológico de desaparición o de interés. En el primer tomo se tratan los apartados dedicados a la arqueología, los pueblos desaparecidos y la arquitectura religiosa, mientras que en este segundo tomo se hace referencia al patrimonio militar, con las murallas, las torres y los castillos que se levantaron en las tierras leonesas; el nobiliario con los palacios levantados por la nobleza para demostrar su poder sobre unas tierras y gentes, o el urbanístico, con las casas y los edificios más significativos desaparecidos en nuestras poblaciones urbanas», argumenta el autor, que también hace referencia a la arquitectura rural, un tema que ya tuvo ocasión de abordar en una anterior publicación realizada conjuntamente con su mujer, Araceli Rodríguez, en el libro editado por la Junta de Castilla y León ‘Arquitectura popular en las comarcas de Castilla y León’, cerrando este segundo volumen de ‘León perdido II’ un bloque dedicado a la arquitectura industrial ligada a las comunicaciones, aunque en algunos casos esté más ligadas a la ingeniería que a la arquitectura.

Juan Carlos Ponga quiere precisar que ambos volúmenes en realidad forman parte de un mismo trabajo que por motivos de edición ha tenido que publicarse en dos partes. «El tema es que el libro superaba las 400 páginas y en rústica no tiene consistencia, por lo que se optó por incorporar tres apartados en un primer volumen, dedicados a arqueología, pueblos desaparecidos y arquitectura religiosa, y dejar para este segundo volumen los relativos a arquitectura militar, arquitectura civil y arquitectura industrial», sostiene el investigador leonés, que justifica la distancia entre ambos volúmenes a la hora de ver la luz por la incidencia del Covid-19. «El plan inicial era que el primer volumen saliera en Navidad y el segundo en Semana Santa. Pero en plena maquetación del segundo tomo llegó la pandemia y hubo que cambiar los planes de trabajo. El editor consideró que la primavera, por la alta incidencia del virus, y el verano no eran momentos propicios para su publicación, por lo que se esperó a estas fechas próximas a Navidad que siempre son más propicias desde una perspectiva comercial».El gran divulgador del patrimonio leonés se muestra gratamente sorprendido por la buena acogida que han tenido los dos primeros volúmenes de ‘León perdido’, en especial el dedicado a la ciudad de León, que hoy se encuentra agotado. «Del primero de la provincia se ha hecho una venta aceptable y todavía está por ver qué aceptación va a tener este segundo tomo pues salió de imprenta el pasado 22 de diciembre. Lo que sí es cierto es que el primer libro dedicado a la ciudad ha tenido una venta continuada en los últimos cinco años hasta agotar la edición», destaca Ponga, que le ha llevado a incorporar a modo de apéndice en el libro que cierra el díptico de ‘León perdido’ un resumen actualizado del mismo. «Como la reedición del primer libro no iba a ser una operación comercial rentable, dado que la editorial que llevó a cabo la impresión ya no existe, opté por incluir al final de este segundo volumen dedicado a la provincia un breve resumen de la ciudad, por lo que el que adquiera estos dos volúmenes dedicados a la provincia se puede decir que tiene la obra completa», sostiene el autor, cuyo trabajo de campo y documentación para hacer realidad este díptico sobre el patrimonio desaparecido en León y provincia ha supuesto una gran inversión en tiempo y esfuerzo. «Este es un trabajo que se remonta muy atrás en el tiempo y te confieso que sin que tuviera entonces en mente su publicación. Esto me ha pasado con casi todos los trabajos que he realizado a excepción del libro dedicado a la Calle Ancha», explica Ponga, quien en el año 1974 con el Club Cultural de Amigos de la Naturaleza (CCAN) comenzó a recorrer la provincia. «He ido acumulando datos y recuperando información desde 1974 hasta hoy. Me he recorrido la provincia tres veces, en algunos pueblos no he tenido que volver porque no había nada la primera vez que fui, pero acabo de entregar al Instituto Leonés de Cultura y previamente al Museo de León un trabajo sobre todo lo que había de arte en la provincia de León en el año 1998. Este trabajo dos años después estaba en galeradas pero el editor Santiago García se murió y ya no volví a tocar el tema. Ahora he entregado toda esa documentación para ver la posibilidad de publicarlo no en formato de libro sino a través de internet».Juan Carlos Ponga no cree que la provincia de León, en cuanto al deterioro experimentado por su patrimonio, esté ni mejor ni peor que el resto del país. «La Guerra de la Independencia hizo mucho daño a una gran parte del patrimonio y la Desamortización de Mendizábal hizo el resto. Las guerras carlistas también contribuyeron, aunque en esta zona no fueron especialmente dañinas. Y luego, como en todas partes, la especulación y la ignorancia a la hora de derribar o de mantener edificios ha ocasionado otro deterioro u otra pérdida de patrimonio. Pero en principio yo no creo que haya un desastre tan grande. Nos quejamos siempre porque se debía haber conservado más o haber conservado mejor, pero a la ciudad de León ha venido gente de otros lugares y cuando le enseñas el casco histórico se sorprenden de la cantidad de patrimonio conservado. Valladolid no conserva nada de su caso histórico, lo tiró todo. Salamanca, por el contrario, sí conserva mucho. Cuando hicimos mi mujer y yo el libro de arquitectura tradicional de Castilla y León vimos cómo muchos pueblos habían destrozado mucho patrimonio, pero todavía se conservaba bastante. Hay una frase que me inventé que dice que en la provincia de Zamora llegó antes la cultura que el dinero y por este motivo los pueblos de esta provincia conservan mucho mejor el patrimonio que muchos pueblos de León», comenta el investigador, al que le duele especialmente todo el deterioro experimentado por el Monasterio de Eslonza. «Tuvo una oportunidad extraordinaria en el periodo de la República, donde se pensó recuperar el monasterio entero y convertirlo en el sanatorio psiquiátrico de la provincia de León. Al final no se hizo y se cayó», recuerda Ponga, que también alude al Palacio de los Marqueses de Astorga o al Castillo de Vegas del Condado, del que se conservan unas fotografías en blanco y negro durante su derribo para construir un cuartel de la Guardia Civil. El autor cree que este tipo de decisiones por parte de las autoridades son fruto de la ignorancia y de la estupidez. «Las ideas del momento han sido en muchos casos las culpables y me refiero por ejemplo al derribo de Puerta Obispo motivado por la decisión del arquitecto de turno de dejar la catedral como Notre Dame de París, libre de cualquier elemento, planteado incluso trasladar la sacristía y el claustro para dejar la catedral totalmente limpia. Es un planteamiento que hoy no es correcto pero que en aquel momento estaba imperante en media Europa. Ahí están todas las catedrales francesas que las restauró y reformó Viollet-le-Duc, el arquitecto que impuso este criterio y que seguía todo el mundo».

El autor considera que la publicación del díptico ‘León perdido’ debería contribuir a que la gente apreciara el patrimonio un poco más. «Un dato positivo al respecto es el valor que están queriendo dar los pueblos de la ribera del Cea a unos preciosos retablos del siglo XVI o en la zona del Páramo Bajo y de la provincia de Zamora las iglesias con armaduras mudéjares, eso es un éxito de todos los que hemos influido durante un tiempo a través de charlas, artículos de prensa y publicaciones como la que aquí nos ocupa. Pero sobre todo mis libros son la fotografía de cómo se encontraba el patrimonio en un momento concreto, ese acta notarial del que habla Luis Grau en el prólogo del libro y que puede servir de guía a generaciones futuras».
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