José Rodríguez Losada y los concursos literarios

Por José Javier Carrasco

19/05/2021
 Actualizado a 19/05/2021
El relojero José Rodríguez Losada.
El relojero José Rodríguez Losada.
En la fotografía con la que ha pasado a la posteridad, José Rodríguez Losada, el artífice del reloj de la Puerta del Sol, aparece de pie entre un sillón y una mesa sobre la que el relojero posa una mano, que sostiene un pequeño libro. Mira con gesto grave, casi adusto, y no parece cómodo. Natural de Iruela, un pueblo de la Cabrera, donde nace en 1801, debe exiliarse en Londres abortado el trienio liberal. Allí un Comité de Ayuda a los Emigrantes le facilitará trabajo como mozo de limpieza en una relojería, que a la muerte de quien la regentaba pasará a ser propiedad de Losada, convertido, por uno de esos felices caprichos del azar, en próspero relojero que expande su actividad a Europa, Sudamérica y Filipinas. En 1859 decide viajar a España, en parte por cuestiones de negocio, y en parte por curiosidad y nostalgia. En 1860 se desplaza hasta Iruela; desea ver de nuevo su pueblo natal y recoger a un sobrino que pretende llevarse a Londres con la idea de enseñarle el oficio y hacerle su heredero, al no haber tenido hijos en su matrimonio. En Astorga le esperan otros dos sobrinos, José y Miguel, que le conducirán hasta Iruela. El muchacho que esperaba que le acompañase de regreso a Londres muere y Losada logra convencer a los padres de José y Miguel que ocupen el lugar que estaba reservado a su hermano. Este viaje del relojero Losada a su pueblo natal es el motivo del relato ‘La anarquía del tiempo’ de Carlos García Valverde, incluido en un libro de narraciones titulado ‘Como un pájaro extraño y otros relatos’, publicado por la editorial Eolas y que reúne trece relatos premiados en distintos concursos, en un periodo que va desde 2010 a 2019. Elegida entre otras 2780 narraciones en el XV Certamen de Relato Breve Gerald Brenan, el jurado destacó «el oficio de la redacción y la modernidad de la discusión que plantea el relato». Se refieren, sin duda, los miembros del jurado al feliz arranque de la narración y a la llamativa divergencia de posturas frente a las formas de medir el tiempo entre los dos personajes centrales de la narración: la mecanicista y pragmática de Losada y la canónica, y en parte caprichosa, del párroco de Iruela. Losada defiende la necesidad de algún instrumento que compute el tiempo, que lo concrete en cifras, ante la posición elusiva del párroco que cree que las horas canónicas, el ritmo que impone la salida y puesta del sol y las formas de oración que las acompañan son suficientes para tomar conciencia de él. Pero no fue el párroco el que fue a buscar a Losada a Astorga como describe el relato, sino sus sobrinos. El género histórico se enfrenta al dilema de ser fiel a la verdad histórica o permitir la libre interpretación del pasado, para ajustarlo a las necesidades del autor, que crea una realidad alternativa, que quizá el cándido lector tome por verdadera. Carlos G. Valverde miente, aunque su mentira estaría justificada: lograr un buen argumento y ganar un premio.
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