José Ramón de la Morena: "Al final un equipo de fútbol es lo que su ciudad quiere"

El periodista madrileño regresa después de varios años a León para ofrecer en directo el programa deportivo ‘El transistor’ desde el Palacio del Conde Luna, que contará con la actuación musical del trío leonés Café Quijano

Joaquín Revuelta
18/03/2019
 Actualizado a 16/09/2019
José Ramón de la Morena durante la emisión del programa ‘El transistor’, que este martes viaja a León. | ONDA CERO
José Ramón de la Morena durante la emisión del programa ‘El transistor’, que este martes viaja a León. | ONDA CERO
El periodista madrileño José Ramón de la Morena acude este martes al Palacio del Conde Luna para emitir, a partir de las 23:30 horas en directo y con entrada libre hasta completar el aforo, el espacio deportivo de Onda Cero ‘El transistor’, que contará con la actuación musical de Café Quijano en lo que a todas luces se prevé y dada la festividad que este martes se celebra como un preámbulo del homenaje que el jueves la ciudad de León rendirá a Manuel Quijano, progenitor del trío leonés.

– Recuerdo que en la primera y única entrevista que le hice, hace casi 30 años, títulé con una frase suya que me llamó la atención y en la que me decía textualmente: ‘me considero un jornalero de la radio’. ¿Todavía sigue teniendo esa misma percepción?
– Evidentemente, aunque mejor pagado. Pero lo mismo. Al final trabajamos para un amo, para una empresa, pero siempre pensando en que nos debemos a unos clientes potenciales que son los oyentes, que son los que más me preocupan y los que más me afectan.  

– Son muchos años al frente de un espacio radiofónico dedicado en este caso al deporte, primero con ‘El larguero’ en la Cadena Ser y desde hace tres años con ‘El transistor’ en Onda Cero. ¿El paso del tiempo ha hecho mella en José Ramón de la Morena?  
– Sí, sí. claro que sí. El tiempo nos lija a todos un poco, nos lija, nos pule. Nos hace mejores o peores según el material del que estemos hechos. Nos afina, nos endulza... Bueno, yo noto el paso del tiempo muchísimo. Me considero bastante mejor periodista de lo que era y sigo pensando que quiero ser mejor persona de lo que soy.      
 
– ¿Qué cree que se ha perdido de aquel periodista radiofónico que a finales de los ochenta rompió moldes con un programa que incorporaba el desenfado a una información a menudo marcada por la crispación y qué considera que todavía se mantiene vivo a pesar del tiempo transcurrido?
– Conservo la misma ilusión, he perdido bastante ingenuidad porque las cornadas te hacen medir mejor las distancias, pero considero que a pesar de las cornadas no he perdido el sitio –que dirían los toreros– y, evidentemente, vuelvo a repetir, me considero mejor profesional y conservo las mismas ganas de ser útil a la sociedad y de ser buena persona.  
    
– ¿Considera que la fórmula que entonces ideó para el programa de radio ‘El larguero’, buscando una mayor distensión en la información deportiva, sigue siendo válida para una sociedad que se ha vuelto a mi juicio un tanto más malévola?  
– No creo que sea malévola. La sociedad ahora es más técnica en el sentido de que se entiende más de deporte, sobre todo porque venimos o estamos atravesando –confío en que sigamos atravesando– la mejor época, la época dorada del deporte español. Entendemos de Fórmula 1, sabemos cómo es un cambio de ruedas, cosa que hace veinticinco años no teníamos ni idea; entendemos más de motos, entendemos más de tenis. En aquellos tiempos entendíamos un poquito de ciclismo y mucho de fútbol, pero nada más. Ahora entendemos de casi todos los deportes porque la juventud tiene muchísimas más posibilidades,  porque la televisión prácticamente televisa todo y porque hay una cultura del deporte mucho más humanista, mucho más profunda, con lo cual el lenguaje ha de ser un poco más técnico, más profesional. Yo sigo intentando descodificarlo, sigo intentando hacerlo que llegue a todas las capas y huyo de abusar de los tecnicismos. Pero intento rodearme de las opiniones que tengan más peso específico. Yo creo que cuando habla Valdano, o Segurola, o Enrique Ortego, o Bernardo Schuster, o Perico Delgado, o cualquiera de los comentaristas que hay en Onda Cero, que considero que son buenísimos, pues creo que son como puñetazos en la mesa que están cargados de autoridad. Por eso mi misión en ese sentido es preguntar con la mayor humildad.    
 
– ¿Qué sensación le produce haber asistido al inicio y el fin de las carreras dentro del fútbol de elite de deportistas como Andrés Iniesta o Fernando Torres?  
– Me provoca sensación de orgullo de haber tenido la suerte, que no la vista pero sí la suerte, de haber podido contemplar su nacimiento. Eso me da una sensación de orgullo y de haber sido un privilegiado, que el destino, la divinidad o lo que sea me puso allí, me dio la oportunidad de estar allí para verles nacer. Ver nacer futbolísticamente a Andrés Iniesta o a toda la generación que quedaron campeones del mundo en Sudáfrica es un regalo que me ha dado la vida y que se me queda ahí. Me produce más satisfacción ver nacer a Iniesta que verle marcar el gol del Mundial. El gol del Mundial lo vio todo el mundo, verle nacer en un campo de Brunete jugando un partido contra el Racing de Santander en aquellas semifinales que terminó ganando el Racing, pues eso es un placer que no me lo podrá quitar nadie.  
 
– También he comprobado que en estos últimos años ha querido de alguna manera reconciliarse con compañeros de profesión con los que en momentos anteriores mantuvo una fuerte rivalidad, lo que dice de usted que no es una persona rencorosa. ¿El paso de los años le ha llevado a relativizar muchos aspectos relativos a la profesión y a sus profesionales?
– Sí, porque las guerras no son buen ejemplo para nadie ni son soluciones nunca. A veces las revoluciones sí que son necesarias. Yo no quise organizar ninguna guerra, en todo caso fue una revolución, una revolución en el sentido de que estaba convencido de que el periodismo deportivo se vivía bajo una dictadura que yo no estaba dispuesto a soportar. No sé si lo hice bien, mal o regular. Lo hice como honestamente supe y de la manera más valiente que pude.Ser valiente al final no significa ser más que los demás, significa comerte el miedo y arriesgarte a perder, que fue lo que hice yo. Perdí y después me dieron otra oportunidad y gané. Pero no guardo rencor a nada ni a nadie. Ni siquiera a mí mismo porque en algunas cosas me siento alguien que se equivocó. Nunca he querido ser ejemplo para nadie que no sea para mis hijos. Pero entiendo que ahora se hace mejor periodismo, que viene una generación de periodistas bastante más preparados. Lo que no sé es si tienen tanta ilusión como teníamos nosotros.  
 
– ¿Cree que José Ramón de la Morena ha llegado a crear escuela en su manera de informar sobre el deporte o esa fórmula se irá irremediablemente con él?  
– No lo sé. Yo nunca he intentado crear escuela porque habría sido un mal maestro. Yo he intentado aprender de los mejores, sobre todo escuchando mucha radio. Si escuchas a los mejores aprendes algo de los mejores. No solo se aprende en la Facultad, que también. Se aprende igualmente mucho en la calle, se aprende de muchos compañeros que son muy buenos pero que a lo mejor no han tenido las oportunidades que has tenido tú. Yo aprendí de gente muy buena que no tuvo reconocimiento, pero sin embargo yo sabía que eran muy buenos. Me fijaba en ellos. Supongo que habré hecho también cosas buenas que habrán servido a algunos de los periodistas más jóvenes. Pero no me considero un maestro de esta profesión.  
 
– ¿Recuerda su última visita a León, entonces con ‘El larguero’?  
– Me acuerdo perfectamente, porque después del programa estuve con Antonio García Ferreras, con Juanma Castaño, con mucha gente que vinieron conmigo, vino también Daniel Gavela. León es cuna de muchos y grandes periodistas y grandes políticos, como mi entrañable, desaparecido pero recordado casi todos los días, Toño Alonso. Y bueno, de ahí es Luis del Olmo. Recuerdo aquel programa, recuerdo también a los Quijano, y sobre todo recuerdo a la gente de León aquel día y en ese auditorio, que me encantó por cierto.    
 
– ¿Cómo fue el hecho de conocer al grupo musical leonés Café Quijano? Supongo que dada la festividad que este martes se conmemora el programa aprovechará para ‘escribir’ una especie de prólogo del homenaje que este jueves se le va a brindar a ‘Papá Quijano’.  
– Ellos vinieron al programa porque fue el año del centenariazo. Ellos venían a cantar al Bernabeu con motivo de la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el Depor. Ellos cantaban antes para amenizar la final de Copa y los traje al programa. Y sonaron tan admirablemente bien allí con las tres guitarrinas, Óscar, Raúl y Manolo, que me entusiasmaron. Luego fui a verles a algunos conciertos y mantuvimos una amistad que se fue haciendo muy entrañable, muy íntima, y que la hemos regado, la hemos conservado y la mantenemos viva. A Manuel Quijano, al ‘buda’, le conozco, le quiero y le admiro mucho, entre otras cosas porque ha sido el descubridor de tres grandes músicos. Él fue el que les enseñó a tocar, el que les empujó por el tobogán de la música y la verdad es que no les ha ido mal.      

– Los compañeros de la sección de Deportes no me perdonarían que finalizara la entrevista sin preguntarle por los dos equipos de fútbol leoneses, la Cultural y la Ponferradina. ¿Está al corriente de su marcha?  
– Sí, bueno. A ver. Yo tenía muchas ilusiones el año pasado, pero al final un equipo de fútbol es lo que su ciudad quiere.Si la ciudad no les deja caminar solos, los equipos se mantienen ahí o ascienden. Pero claro, si la gente les empieza a dar la espalda y dejan de ir al estadio, la Ponferradina se encontrará donde se está encontrando. Yo creo que merecería la pena que León y toda la comarca se volcara. Es una pena que la Cultural y la Ponferradina  no tengan un equipo en la élite.      
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