José Manuel Martín: 'El rey del cobre' por los caminos de hierro

Leonés de Mieres, eterno viajero en tren, joyero con la joyería a cuestas, exfutbolista también de la Cultural, afable siempre, socarrón, tanto que a su negocio de oro le puso ‘El Rey del Cobre’

Fulgencio Fernández
19/05/2019
 Actualizado a 16/09/2019
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Leonés de Mieres, Martín era de cualquier lugar al que llegara el tren pues este tipo irrepetible jamás quiso tener coche —una Vespa sí, para pequeños trayectos—y conocía a todos los revisores, maquinistas, guardafrenos o jefes de estación de Oviedo a Madrid.

La conversación es de cuentos, que a la gente no le gusta trabajar. Subía y bajaba con el negocio a cuestas pues fue un joyero sin joyería, visitaba a todos sus clientes, les llevaba un amplio catálogo y, si no había, lo que buscaban, regresaba otro día. «Tren hay todos los días», argumentaba.

Un tipo entrañable, cercano, confiado. Llevaba muchísimo dinero en joyas en unas bolsas de plástico negro en las que podía leerse: ‘José Manuel Martín. El Rey del Cobre’. Y es que, además de bromista, era un gran socarrón, como demuestra el nombre que e se puso como empresa: «¿Qué más da el nombre? Lo que importa es el paisano».

- ¿De dónde era Martín?
- De cualquier sitio al que llegara el tren, aunque realmente era un leonés de Mieres. Nació en el Principado, fue uno de los primeros veraneantes, primero alquiló casa en Cármenes, después compró una en Villamanín, cerca de la estación...

¿Quién conocía a Martín? Si te fías por los que le saludaban al pasar, casi todo León, casi todo Oviedo, todo Mieres, la Montaña leonesa, las mujeres de todos los militares y ferroviarios, buenos clientes... Creo que inventó una fórmula para no tener que acordarse de los nombres de los familiares de todos aquellos a los que conocía: «¿Qué tal los nenos?». La misma fórmula que heredó su viuda Pili y sus hijos Álvaro y Alberto.

Era difícil ser más generoso que Martín ‘El Rey del Cobre’, para todos aquellos que llegaban a pedir para las fiestas o cualquier sarao siempre había una copa u otro trofeo. Y, sobre todo, fueron muchos los pueblos que tuvieron su primera equipación deportiva — «camisetas de un equipo, todas iguales», te decían—gracias a la generosidad de Martín.

Ahí le salía la vena nostálgica pues José Manuel Martín (nacido en 1931) había sido futbolista, jugó en varios equipos pero recordaba con especial cariño su paso por el Numancia, del que conservaba una preciosa camisetade botones, y la Cultural Leonesa, que conoció en épocas mejores.

Pero, sobre todo, era un tipo elegante que siempre tenía unos minutos para hablar. Y un personaje de ‘curiosos gustos, sobre todo musicales, para aquellos grises años 60 y 70. Gustaba de llegar con buenos tocadiscos, una gran colección de música, abría las ventanas de la casa y dejaba que la música tomara las calles.Le encantaba Ray Charles, la música de los grandes de la trompeta de todos los tiempos tomaban las calles, sonaba con claridad ‘Blue’ Mitchell, Dizzy Gillespie, Miles Davis y, sobre todo, el gran Louis Armstrong, que sonaba una y otra vez.

- ¿Qué escuchas Martín?
- Lo mejor. Louis Armstrong... creo que este año va a venir con la Orquesta del día de Santiago; remataba el gran socarrón que nunca dejó de ser y el hombre con los pies siempre en el suelo. Cuando los hijos empezaron a destacar en el fútbol jamás fue Martín, pese a su pasado, el padre que soñaba con quimeras. «El fútbol ye un juego, hay que divertirse, vivir la vida y, después, a trabajar».
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