José Luis Garci: "La Catedral de León es la más bonita de España"

El escritor y cineasta madrileño es objeto de homenajes con motivo de la celebración de los 40 años del Oscar a ‘Volver a empezar’, el primero otorgado a una película española, mientras prepara su proyecto más personal

Joaquín Revuelta
04/06/2023
 Actualizado a 14/08/2023
El guionista, director, productor y gran divulga dor del arte cinematográfico José Luis Garci. | RTVE.ES
El guionista, director, productor y gran divulga dor del arte cinematográfico José Luis Garci. | RTVE.ES

La entrevista a José Luis Garci era una asignatura pendiente que este cronista venía arrastrando desde que comenzó la carrera de informador cinematográfico en los tiempos en los que la Academia de Hollywood tuvo a bien conceder a ‘Volver a empezar’ el primer Oscar de la historia a una película dialogada en la lengua de Cervantes. El hecho de hacerlo ahora obedece a varios motivos, tanto de índole sentimental como periodístico, los primeros vinculados a personas como mi padre Zacarías, que en el tramo final de su vida veía a diario en el televisor del salón de casa ‘Asignatura pendiente’ por las mañanas y ‘El abuelo’ por las tardes, o mi amigo Benigno Castro, que admiraba profundamente al cineasta madrileño y que en los ya lejanos tiempos del Cine Club Universitario de León, cuya azarosa historia viene recogida en el libro ‘Ven y mira’ (Reino de Cordelia), le dedicó un homenaje con la exhibición de ‘Solos en la madrugada’ y los cortometrajes ‘Alfonso Sánchez’ y ‘Tiempo de gente acobardada’ dentro de la IV Semana de Cine que sirvió para inaugurar la sala de la Escuela de Empresariales.

Pero como decía, también existen motivos informativos que me han llevado a contactar con José Luis Garci, uno de especial relevancia como es el homenaje que la Filmoteca Española le dedica desde el pasado jueves con una completa retrospectiva de su obra como director, guionista y actor ocasional con el título ‘Vidas de repuesto’ y que se complementa con la exposición ‘Garcine. 40 años del primer Oscar a una película en lengua española’ auspiciada desde el Ayuntamiento de Madrid a través del Centro de Cultura Contemporánea Condeduque y que contará con la edición de un libro coordinado por Luis Alberto de Cuenca.

Por todo ello, José Luis Garci se ratifica en una frase que ha venido repitiendo en las numerosas entrevistas que a lo largo de estas últimas semanas ha ido concediendo a medios de comunicación. «Siempre he dicho que la suerte es más importante que el talento y yo he tenido mucha suerte, pero no solo en el mundo del cine sino también en el literario con premios como el Mariano de Cavia o el González-Ruano, entre otros muchos. Y si hablamos de cine o televisión, ahí están el Oscar, el Emmy, el Goya, el Nacional de Cinematografía, para qué te voy a contar. Me he sentido reconocido, bien tratado, sobre todo si pienso en la gente que con el mismo talento que yo ha tenido menos suerte y no ha logrado sacar adelante sus proyectos. Todo esto llega ahora porque se cumplen cuarenta años de la concesión del primer Oscar a una película española, que en el caso de la Filmoteca se traduce en un ciclo de películas y en la sala de exposiciones del Cuartel del Conde Duque de una muestra que irá acompañada de la publicación de un libro-catálogo sobre mis películas que ha coordinado mi buen amigo Luis Alberto de Cuenca. Te digo lo que le digo a todo el mundo, que me siento un poquito impostor, porque de toda esa gente de hace cuarenta años prácticamente quedo yo solo. Entonces esto me hubiera gustado compartirlo con los actores, con Antonio Ferrandis, con José Bódalo, con Encarna Paso, con Agustín González..., pero también con los técnicos, con Gil Parrondo, con Manolo Rojas, con Ricardo Navarrete... En cambio, ellos ya no están aquí y quieras que no es como injusto para ellos que esté yo solo. Así es como me siento», reconoce Garci.

El hecho de que la Filmoteca Española le dedique una completa retrospectiva a su obra me lleva a preguntarle si en su formación como espectador de cine, que se desarrolla principalmente en la infancia y la adolescencia, la Filmoteca y los cine clubs de la época jugaron un papel importante o si en su caso fueron más bien los programas dobles en los cines de barrio y más tarde los estrenos en locales de la Gran Vía. «Cuando yo era chaval la Filmoteca prácticamente no existía. Por otro lado, no había libros de cine como ahora, como mucho una Historia del Cine de Ángel Zúñiga o algunos libros de Carlos Fernández Cuenca, pero no había mucho, la verdad. Yo era de cine comercial, de cines de barrio con programas dobles a base de películas de Hollywood, lo que ahora se llama cine clásico. Ese era el cine que veía. El cine extranjero era el francés, el italiano, el inglés. El cine de Hollywood para mí era como el cine español. Además, como venía doblado no había prácticamente ninguna diferencia. Todo venía doblado, también el cine italiano, pero yo he sido más del cine de Hollywood, lo que no quiere decir por supuesto que siempre que podía acudía a los cine clubs, incluso luego ya empecé a presentar películas y a escribir programas para cine clubs de Madrid. Éramos devoradores de películas, cinéfilos nómadas a los que les gustaba descubrir películas en los cines de Cuatro Caminos o de Vallecas. Donde ponían una película interesante, ahí caíamos», apunta Garci, que reconoce que en la sesión continua era igual si llegabas empezada la película que enseguida te ponías en situación «porque las películas entonces tenían una exposición de relato maravilloso».

La maldición de Tutankamón

José Luis Garci muestra su sorpresa cuando le comento que en los premios anuales que concede el Museo Liceo Egipcio de León correspondientes al año 2022 su nombre figura en el apartado de Artes Plásticas y Visuales. «Yo de esto no tengo ni idea, pero ojo con la maldición de Tutankamón. A ver si vamos a ir allí y algunos caen envenenado al respirar el aire del local cuando se abra», bromea Garci, que pese a que nadie le ha comunicado nada aún respecto al premio reconoce la fascinación que le provoca el Antiguo Egipto. «Una de las películas que más me han gustado es ‘Los diez mandamientos’ de Cecil B. de Mille, sin olvidar ‘Tierra de faraones’ de Howard Hawks con guion de Faulkner o ‘Sinuhé, el egipcio’ de Michael Curtiz. Y una incluso que hizo el director polaco Jerzy Kawalerowicz titulada ‘Faraón’. ‘Sinuhé, el egipcio’ de Mika Waltari es una de las cien novelas favoritas de mi vida y que más veces he leído», confiesa Garci, que también elogia la adaptación que hizo Michael Curtiz para la Fox y que rodó en el gran formato de Cinemascope.

Al hilo de la actualidad, no puedo dejar de preguntar a José Luis Garci si le sorprendió la vuelta de Víctor Erice después de treinta años del estreno de ‘El sol del membrillo’ con una obra testamentaria que habla de la identidad, de la memoria, del poder evocador de las 24 imágenes por segundo, de los pioneros y maestros del séptimo arte, materiales que también asocio con su cine. También comento a Garci que en una entrevista le oí decir que si volviera a dirigir le gustaría hacer un autorretrato, que es lo que de alguna manera ha hecho Víctor Erice al incorporar a la trama de ‘Cerrar los ojos’ una especie de alter ego. «No he visto la película de Víctor, pero te diré que yo estoy ya metido en ese proyecto del autorretrato. He rodado algunas cosas y próximamente tengo que ir al Museo del Prado y al Parque del Retiro a filmar varias escenas. Pero no tengo ni idea. No he visto la película de Víctor, pero supongo que será estupenda, como todas las que ha hecho. Te adelanto que yo no tengo actores y por lo que tengo entendido Erice sí recurre a intérpretes. En mi proyecto pretendo contar mi llegada al cine, mi llegada a la vida, mis padres, no lo sé, es difícil de explicar».

Garci comenta que no suele volver a ver sus antiguas películas porque ya las ha visto muchas veces y se las sabe de memoria. «Pero además cuando las veo no pienso en la película sino en las vicisitudes del rodaje, en los actores o los técnicos que ya no están. No estás por la película en sí misma sino por lo que supuso el rodaje o la dificultad de algunas escenas», reconoce el director madrileño, al que confieso que la visión de algunas de sus películas y cortometrajes, sobre todo los de finales de los setenta, me provocan una profunda melancolía, y pongo el ejemplo de las secuencias iniciales de ‘Solos en la madrugada’ o ese final del corto homenaje a Alfonso Sánchez con la utilización de la espléndida versión que Jesús Gluck hizo del Canon de Pachelbel con el rostro pensativo de Anouk Aimée, el amor platónico del crítico murciano. «Ten en cuenta una cosa. No estoy diciendo con esto, ni mucho menos, que mis películas sean arte, pero el arte es emoción. De nada vale si ves un cuadro o un paisaje con una obra de arquitectura incrustado en él si eso no te emociona. La frialdad no transmite. Hay películas como las de Leo McCarey ‘Tú y yo’, con ese final que tiene maravilloso, o ‘Dejad paso al mañana’, con los dos viejos que se separan en la estación de tren, que te provocan una profunda emoción. Para conseguirlo te apoyas fundamentalmente en los actores pero también en una planificación, en unas miradas, en una música. La música es la que mejor transmite una emoción si la sabes colocar bien y en el momento justo. El Canon de Pachelbel es una maravilla, siempre me ha gustado mucho y es verdad que los arreglos de Jesús Gluck son muy buenos porque él era un gran músico, ya desde ‘Asignatura pendiente’. Pero ten en cuenta que Pachelbel era el maestro de Juan Sebastián Bach. Su música la puedes meter ahí o al principio de ‘Volver a empezar’, donde vas viendo la llegada del personaje de Ferrandis a una ciudad que ha cambiado, reencontrándose con los lugares que para él tienen un especial significado. Pero bueno, es muy difícil de explicar todo eso. Es un problema de sensibilidad».
 

Una vida de repuesto
 

Aunque los recuerdos vitales de José Garci están muy presentes en varias de sus publicaciones, especialmente en ‘Lo que el viento se llevó’ (Notorius), y existe además ese monumental trabajo de Andrés Moret Urdampilleta sobre su obra y su persona que es ‘Una vida de repuesto’ (Hatari Books), uno echa en falta un libro de memorias de Garci. «Yo creo que los libros de memorias se escriben o bien para meterte con alguien, por lo que sea, o por quedar tú bien. Más o menos yo he tenido siempre una manera de escribir como muy personal, no autobiográfica pero casi. Si alguien tuviera la paciencia de ir juntando las cosas personales que yo he ido desparramando por todos los libros que he escrito se daría cuenta de que no necesito escribir ninguna autobiografía porque –insisto– cuando escribes siempre quedas tú bien y se hace para meterte con alguien que no te ha gustado, y yo no tengo ganas de meterme con nadie. Los que me han dejado bien y los que me han dejado mal nunca me han importado, por eso no creo que vaya a escribir nunca una autobiografía. De alguna manera, con otro lenguaje, es lo que estoy haciendo con ese proyecto de autorretrato que te comentaba antes», argumenta.

Fernán Gómez, genio y figura

Comento a Garci que entre las muchas entrevistas a personalidades del cine español que he podido realizar a lo largo de mis años de ejercicio periodístico guardo un especial recuerdo de la larga conversación mantenida en el Hostal de San Marcos de León con Fernando Fernán Gómez, que titulé con una declaración textual del genial cineasta y dramaturgo que decía: «Como intérprete de cine, no recuerdo haber aprendido nada de ningún director». La conversación tuvo lugar años antes de que el cineasta madrileño tuviera ocasión de dirigir a Fernán Gómez en ‘El abuelo’, por lo que queda la duda de si éste hubiera cambiado de opinión. Además, distinguía entre los directores que se vinculaban más con la imagen y aquellos que se decantaban más por el mundo del actor. Mi impresión personal es que José Luis Garci pertenece más bien a este segundo grupo. «Yo creo que es el más grande actor del siglo XX, pero no solo actor, es un grande de España, es un gran escritor. Ahí está ‘El tiempo amarillo’. Pero además es un magnífico director. Para mí Buñuel, Berlanga y Fernán Gómez son probablemente los tres más grandes cineastas españoles. Con esto no quiero decir que no me gusten Armiñán, Chávarri, Borau, Saura, etc, pero creo que estos tres son muy buenos. Yo tuve la suerte de trabajar con Fernán Gómez y él me dedicó un último libro suyo diciendo: ‘A mi amigo y compañero José Luis Garci, que primero me llevó a Hollywood y luego me dio el mejor papel de mi vida’. Yo he hecho con él varias películas, pero es verdad que en ‘El abuelo’ está extraordinario, es un trabajo increíblemente hermoso. Siendo como era un magnífico director, trabajar con él fue maravilloso. Me ayudaba siempre, pero también Adolfo Marsillach cuando trabajé con él en ‘Sesión continua’, y Roberto Bodegas. Con todos los que he trabajado que también han dirigido, yo te diría que han sido los mejores por su comportamiento. Por lo que me dices de la división que hacía Fernando de los directores, es verdad, porque unos venimos de la Olivetti, de la máquina de escribir, somos escritores fundamentalmente, y otros proceden del mundo de la imagen, son cazadores de imágenes, como podría ser Godard, por mencionarte a un cineasta extranjero. Yo siempre me he preocupado más de la puesta en escena, de los actores, de los diálogos, de las miradas. En cambio otros directores, Kubrick por ejemplo, es más de imágenes. Yo estoy más en la línea, no ya de Fernando Fernán Gómez, sino de Billy Wilder, Joseph Leo Mankiewicz o Preston Sturges, que como sabes proceden todos del campo del guion y han acabado dirigiendo. Esos somos un gremio también, que en España son Gonzalo Suárez, Jaime de Armiñán, Manolo Gutiérrez Aragón... Te diré que es mucho más difícil escribir que dirigir, porque dirigir es un oficio que al final aprendes, pero escribir es un don que lo tienes o no».

‘La cabina’, que José Luis Garci coescribió con el director Antonio Mercero, logró el prestigioso premio Emmy de televisión y provocó una verdadera psicosis sólo comparable a la que tres años después causó Steven Spielberg con ‘Tiburón’. Más de uno ponía el pie para que no se cerrara la puerta de la cabina de teléfono. Pregunto a Garci por el origen de esta historia entre terrorífica y surrealista. «Queríamos hacer algo que entonces se llevaba mucho que era la ‘Opera aperta’ de Umberto Eco. Un día estábamos charlando Horacio Varcárcel, Mercero y yo, que entonces andábamos escribiendo una serie que se iba a llamar ‘13 pasos por lo insólito’, y no sé a cuento de qué Horacio hizo alusión a un comentario de Hitchcock sobre que era capaz de hacer una película dentro de una cabina de teléfono. Yo dije, metido dentro es difícil pero sí sacamos la cámara fuera de la cabina... Al día siguiente llegó Mercero y dijo que tenía una idea, un tío atrapado dentro de una cabina. Empezamos a trabajar Mercero y yo porque Horacio estaba con otra historia y de ahí salió el guion y la película, cuyo mérito es únicamente de Antonio Mercero».

José Luis Garci se despide confesando su predilección por la Catedral de León. «Me he llevado encontronazos con gente muy querida porque yo mantengo desde que tenía veintitantos años que la mejor y más bonita catedral que existe en España es la de León. Amigos como Giménez Rico me decía que era la de Burgos, otros que la de Santiago y otros que la de Sevilla. Pero la de León es tan pequeña y tan recogida. La última vez que estuve viéndola fue un domingo por la mañana y sigo pensando que es una joya».

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