Jon Piris: "Es un tipo de formación que exige estar atento"

El trío vasco Trizak cierra este sábado el Festival de Jazz que a lo largo del mes de agosto se ha venido desarrollando en el escenario exterior de la Fundación Cerezales Antonino y Cinia

Emilio L. Castellanos
24/08/2019
 Actualizado a 17/09/2019
Los componentes del trío vasco Trizak protagonizan este sábado el concierto de clausura del Festival de Jazz de Cerezales. | L.N.C.
Los componentes del trío vasco Trizak protagonizan este sábado el concierto de clausura del Festival de Jazz de Cerezales. | L.N.C.
Los experimentadísimos músicos vascos Julen Izarra, Hasier Oleaga y Jon Piris decidieron adoptar el nombre de Trizak para su proyecto de jazz y música improvisada. No fue una elección casual. Trizak es la traducción al euskera de drizas, las cuerdas que se usan para izar y arriar las cuerdas de las velas de los barcos, y también la metáfora que confiere motivación a la acción del trío. «Somos un grupo bastante aventurero. Queríamos usar el símbolo del izado de las velas y hacerse a la mar a ver qué pasa», comenta Jon Piris, contrabajista del grupo y el que más composiciones aporta al único disco de la banda, ‘Trizak’, publicado en 2017 y en el que, junto a los temas originales, se cuelan dos singulares versiones de ‘Here´s to You’, tema principal del film ‘Sacco y Vanzetti’ que lleva la firma de Ennio Morricone, y ‘Birjina Maite’, canción navideña perteneciente a la tradición musical vasca.

La formación del trío se articula a partir de la suma de los saxos de Izarra, el contrabajo de Piris y la batería de Olega y descarta el uso de instrumentos armónicos como la guitarra o el piano, lo que le otorga una particular seña de identidad. «Este tipo de formación te lleva por unos caminos. El carecer de esos instrumentos armónicos permite jugar con espacios, con silencios, con la búsqueda de otros colores... Nos da opción a buscar más», observa Jon Piris a propósito de las posibilidades que ofrece el formato de trío con saxo y de la constante ventura a la que el grupo se ve abocado. «Nos permite buscar en sitios muy diferentes. A ello puede ayudar el hecho de que, por lo que nos ha tocado vivir en música, no sólo hemos hecho jazz sino también otras muchas cosas, a veces por ganas y a veces porque la profesión lo exigía. Eso ayuda a que existan colores que puedan acercarse a la música contemporánea, a la música clásica, al rock o a otras influencias… y permite que nuestra búsqueda se amplíe y no sea sólo en único sentido. Queremos que el grupo sea un lugar de continua búsqueda». Recuerda el contrabajista que ‘trizak’ también puede interpretarse como «estar atento a lo que viene» y el grupo, lejos de sustraerse a esta definición, se deja someter por ella. «Es una formación que exige estar atento. Por ello, lo escuchamos todo muchísimo y la aportación de cada instrumento es crucial en cada momento». Los paisajes sonoros que surca Trizak quiebran ciertas convenciones y propician el concurso protagónico de instrumentos que habitualmente asumen otras funciones. «Buscamos combinaciones, de uno, dos o los tres instrumentos, para que haya todo tipo de momentos. Eso para el oyente es importante».

Convertido en uno de los referentes destacados del jazz contemporáneo nacional, Trizak cierra este sábado(22:00 horas y entrada libre; escenario exterior Fundación Cerezales Antonino y Cinia) el festival de jazz de Cerezales del Condado de este año. Y lo hará compartiendo una propuesta de lenguaje propio que no renuncia a la variedad de la influencia y en la que también se cita la tradición jazzística. «La tradición es una pata más de la mesa. No queremos que salga forzada sino de manera natural. Es lógico que aparezca porque es una de las cosas que hemos escuchado. Pero, por otra parte, también escuchamos otras músicas. Creo que lo importante es que aparezcan con naturalidad todas las influencias que cada uno de nosotros tiene, sin forzar que surjan de modo excesivo o sin pretender intencionadamente que desaparezcan». Los tres músicos se conocen de sobra. Han tenido ocasión de participar en diferentes proyectos (como ‘Cantus Caterva’, de Hasier Oleaga, por ejemplo) y el grado de complicidad entre ellos resulta incuestionable para satisfacción de una música, la suya, copiosa en elementos y detalles. «Quizás sobre cada momento en que está surgiendo nuestra música, se requiere que haya alguien, no necesariamente el mismo, que lleve el timón del asunto. El foco va variando de lugar», comenta Piris acerca de quién ostenta el liderazgo dentro de Trizak. «Hay que recordar que nos hemos encontrado en proyectos anteriores y, por ello, nos conocemos mucho, y eso se nota. Además, somos amigos. Existe una parte que no es estrictamente musical, la humana, pero que también se pone de manifiesto». La acción creativa del trío vasco parte de una composición («da igual quién sea su autor») que, a modo de esbozo, va enriqueciéndose a partir de las contribuciones de los músicos. «A medida que los temas se tocan, tanto en el ensayo como en el escenario, estos van cobrando vida propia y mutando. Se les añaden y se les quitan cosas… Con los códigos que hemos consensuado, vamos desarrollando la improvisación. Unas veces esos códigos son más cerrados y otras presentan menos acuerdos, son más libres».

«El grupo está concebido para que nuestra música tenga un camino que hacer», asegura Piris sobre un Trizak, actualmente instruyéndose en su segundo disco, que vive su propia ruta. «Queremos que lo que hacemos salga de modo natural y no forzado, y ello también es aplicable a las versiones. Es un tipo de música que, en algún momento de nuestra vida, ha tenido importancia para nosotros. Queremos darle a las versiones otro sentido. Ahora, por ejemplo, estamos con Khachaturian».
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