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¿Jijas, chichos o zorza?

10/03/2022
 Actualizado a 10/03/2022
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Discutiré ante quien sea y en donde sea que no hay matrimonio mejor avenido ni combinación rojigualda más bella que la de un huevo frito con sus jijas. También llamadas chichos o zorza, según la zona de la provincia en la que se pregunte, la realidad del picadillo no cambia con su denominación: en los fogones de cualquier paisana de un pueblo de León, este manjar podría llenar el firmamento de estrellas Michelin.

¿Jijas, chichos o zorza? La contundencia de este hermano pobre de toda matanza deja claro que cualquier eufemismo es siempre un esfuerzo inútil por maquillar la realidad. Hace unas semanas saltó la noticia de que una comunidad autónoma quiere cambiar el término ‘suspenso’ por ‘en proceso de logro’. Una tomadura de pelo que nos recuerda a esas otras de llamar ‘desaceleración’ a una crisis del copón, ‘ajuste presupuestario’ a lo que es un recorte de libro o ‘apoyo financiero’ a un rescate de la economía. El nivel de la clase política hace que sobren los ejemplos: la ‘indemnización en diferido’ a Bárcenas, la ‘telepresencia’ de la Junta en los consultorios rurales o la ‘cumbre bilateral’ en que se convirtió una persecución exprés de Sánchez a Biden.

En otras ocasiones, el eufemismo va más allá del mero lenguaje y pasa a ser un comportamiento edulcorado que poco o nada tiene que ver con afrontar la realidad. Así, las televisiones no quisieron mostrar los ataúdes que se apelotonaban en las morgues durante lo peor de la pandemia. Algo que, por descontado, no evitó ni una sola muerte y provocó que alguno que otro se tomara a chirigota lo que estaba pasando. De igual manera, ‘WhatsApp’ decidió eliminar el emoticono de la pistola para poner una de plástico ¿Alguien pensaría que así las balas de Putin serían de gomaespuma?

La abuela no tiene dos ruedas y, por tanto, no es una bicicleta. Con quien está pactando Fernández Mañueco en la Junta es con la extrema derecha, al igual que antes hicieron otros en La Moncloa con los etarras. Y son cuestiones que, de vez en cuando, se deben decir tal y como son. Sin tanto artificio, sin tanta gaita. La verdad, por dura que sea, siempre es la única vía para evitar que la realidad y sus hostias nos hagan… picadillo.
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