09/06/2020
 Actualizado a 09/06/2020
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Para los cristianos no hay nombre más santo y más hermoso que el nombre de Jesús, que significa ‘Dios salva’. Pues bien, los diocesanos de Astorga, a partir de ahora, también se dirigirán a su nuevo Obispo con este mismo nombre. Pero lo más importante es que, además, no desentona para nada con la manera de ser de quien va a regir en nombre de Cristo la Diócesis de Astorga.

En la vecina Diócesis de León conocen muy bien a Don Jesús, hijo de la tierra, con todo lo que marca positivamente el haber nacido en un pueblo, como diría Francisco, con olor a oveja. Su experiencia como cura de pueblo, como profesor, como vicario y hasta como futbolista le han servido para ser un sacerdote cercano y sin afectación. Por todo ello él puede comprender y servir acertadamente, mejor que nadie, a la hermana Diócesis de Astorga. Los diocesanos de Astorga tenemos motivos más que suficientes para sentirnos contentos con este nombramiento largo tiempo esperado, puesto que hace ya más de un año que de manera inesperada nos dejó nuestro querido Don Juan Antonio.

Sin duda el hecho de haber ejercido ya el ministerio episcopal en la Diócesis Compostelana es otro punto más a su favor. Unido todo esto a sus cualidades sacerdotales y humanas, la Diócesis de Astorga está de enhorabuena. Su cercanía a León y el hecho de que parte de la Diócesis Asturicense se asiente en tierras gallegas, harán que no se sienta para nada extraño. Si bien es cierto que las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos, tanto por el descenso de la población como por la disminución del número de sacerdotes, es mucha la tarea que tiene por delante. Se trata de una geografía muy extensa y variada, desde las llanuras del Páramo leonés, pasando por la Hoya Berciana, las altas montañas de la Cabrera, los verdes valles de Ancares y hasta los bellos parajes gallegos. Las buenas gentes que aún quedan en los pueblos, las pequeñas ciudades, los niños y jóvenes y, por supuesto los sacerdotes, todos esperamos con ilusión la llegada del buen pastor que nos guie y acompañe en estos momentos no exentos de dificultades. Tenemos pleno convencimiento de que nuestras esperanzas e ilusión no van a quedar defraudadas.

Don Jesús, sea bienvenido a esta su nueva heredad donde desde el primer momento la noticia de su nombramiento ha sido recibida de manera unánime con profunda y sincera satisfacción. No es un extraño, sino que lo consideramos como uno de los nuestros. Usted no nos va a defraudar. Esperamos no defraudarle.
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