#JeSuisCharlie

10/01/2015
 Actualizado a 09/09/2019
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"Ven rápido, te necesitamos”. Esta fue la llamada de auxilio que recibió uno de los colaboradores del semanario satírico francés Charlie Hebdo tras el brutal atentado que sufrió el pasado miércoles en el que murieron 12 personas. Patrick Pelloux, que además de compañero en la publicación es médico, relataba entre lágrimas a un medio francés que a pesar de lo ocurrido el periódico va a continuar. «Porque no han ganado, porque todas esas personas no han muerto en vano», aseguró. Y así será, ya que la próxima semana los supervivientes planean lanzar una tirada récord de un millón de ejemplares. Los hermanos yihadistas Koachi, autores del atentado, salieron de las dependencias de la revista al grito de: «Hemos vengado al Profeta. Hemos matado a Charlie Hebdo». Pero por suerte para nosotros, y en especial para los que nos dedicamos a esta profesión, aún perviven voces críticas, valientes y decididas que se quieren alzar para proclamar que Charlie Hebdo está herida, pero no muerta. Porque no podemos permitir que nadie asesine los valores de un país de libertad, los pilares en los que se asienta un periodismo de calidad, comprometido y sin concesiones. La libertad de expresión es un derecho vital para entender la realidad de una manera plural, crítica y democrática. No nos van a arrebatar eso.

A esta hora ya se conoce la noticia de que los hermanos terroristas han fallecido en el asalto policial. ¿Pena? Ninguna. No es que quiera hacer apología del ‘ojo por ojo’, pero hay situaciones extremas en las que un país no se puede quedar a merced del fanatismo, la locura y la irracionalidad. Y aunque casi todos los medios de comunicación del mundo se han hecho eco de la noticia y se han unido al grito de #JeSuisCharlie, he echado de menos en muchos medios de este país cierto coraje a la hora de apoyar –de verdad– la causa. Únicamente La Razón se arriesgó a publicar en portada una de las viñetas en honor al semanario. Porque es muy fácil decir que todos somos Charlie, pero lo difícil es demostrarlo. El 8 de enero era el día de llenar las cabeceras de dibujos, no de imágenes de las muertes. Era el día de manifestar que no tenemos miedo, que nadie nos va a quitar el privilegio de la risa.
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