Jean-Louis Picoche: Le Seigneur du Bierzo

Por Valentín Carrera

24/06/2019
 Actualizado a 18/09/2019
Jean-Louis Picoche en una imagen de archivo.
Jean-Louis Picoche en una imagen de archivo.
El Bierzo, toda la cultura berciana, tiene una deuda de gratitud pendiente con una de las personas que más ha hecho internacionalmente por nuestra tierra: el profesor Picoche, autor de una monumental tesis doctoral sobre Enrique Gil y Carrasco.

Jean-Louis Picoche es un hispanista francés, nacido en París en 1931, dos veces doctor por la Universidad de la Sorbona, que en 1962 comenzó a trabajar sobre el Romanticismo español en la Universidad de Dijon, cuando los estudios sobre Gil y Carrasco eran casi inexistentes. Tras diez años de investigación, con numerosos viajes al Bierzo, Astorga y Madrid, presentó su tesis en la Sorbona en 1972: ‘Un romantique espagnol: Enrique Gil y Carrasco’, de la que editorial Gredos publicó un resumen que ha sido la obra indispensable de consulta sobre Gil en los últimos treinta años.

En 1986, Picoche publicó en Castalia su edición crítica de ‘El Señor de Bembibre’ y en 2015 fue presidente de honor del Congreso Internacional «Enrique Gil y Carrasco y el Romanticismo», al que no pudo asistir por motivos de salud, pero recibió el homenaje de sus discípulos. Y ahora, a sus 88 años, acaba de regalar al Bierzo nada menos que la primera y única traducción al francés de la novela de Gil, Le Seigneur de Bembibre, que el próximo jueves presentaremos en la Casa de León en Madrid.

Díganme si no es para sacarse el sombrero: Picoche, a pesar de su edad y frágil salud, ha hecho gratis, con mucho esfuerzo, la compleja traducción de una novela histórica, cuya publicación —junto con su hermano gemelo en inglés, The Lord of Bembibre—, pone El Bierzo, su historia, leyenda y paisaje, al alcance de millones de lectores en todo el mundo. ¡Eternamente, gracias, profesor Picoche!

Permítanme ahora un recuerdo casi de infancia: en 1972 yo era un adolescente inquieto, estudioso de los templarios. Rarezas. Muchas tardes subía la cuesta que va al Plantío y, por unas sucias escaleras que había donde hoy sube y baja un sucio ascensor, iba a casa de Carmela Nieto —a quien también El Bierzo debe su impagable entusiasmo—, y Carmela me daba a leer cartas, escritos, papeles de su padre, Elvio Nieto, y de su correspondencia con Picoche. Conservo las notas tomadas a mano: entonces no había fotocopias.

El andarín Elvio Nieto —hijo predilecto de Orellán, cuya memoria recuerda un monolito en el mirador de las Médulas— fue el padre del senderismo berciano. Elvio y su inseparable Amalio patearon los caminos del Bierzo por los cuatro puntos cardinales, y comenzaron a poner en valor, ante los ojos de los demás, nuestras Médulas, nuestro Valle del Silencio, nuestro Campo de las Danzas, y toda la riqueza que sabéis y sabemos, ahora tan manoseada por la peste bubónica del turismo.

Cuando el profesor Picoche comenzó a estudiar la vida y obra de Enrique Gil, Elvio fue su corresponsal buscando datos en archivos y registros civiles, y su acompañante por la geografía giliana; y aquella aportación de Elvio a la tesis doctoral sobre Enrique, me la contaba Carmela con legítimo orgullo de hija, como un tesoro a cuyo descubrimiento yo asistía fascinado en las calurosas tardes de verano de 1972. El profesor Picoche quedó prendido en mi memoria como un mito inalcanzable.
Cuarenta años después, al preparar las obras completas de Gil y Carrasco publicadas en el Año Romántico 2015, localicé a Picoche a través de una editorial francesa; mi sorpresa fue cuando el viejo profesor contestó al correo y desde entonces mantenemos una afectuosa correspondencia en la que ha bendecido con su autoridad académica la Biblioteca Gil y Carrasco y ha dado muestras continuas de generosidad.

La tesis de Picoche es un mamotreto de 1.524 páginas mecanografiadas, en dos tomos, en francés, de la que había una copia olvidada en la Biblioteca de Ponferrada y otra en la Universidad Complutense. En 2014 propuse al Ayuntamiento de Ponferrada digitalizar la tesis y hacerla accesible de modo universal. Aunque el entonces concejal de cultura, Santiago Macías, apoyó el proyecto, la miseria local me impidió escanear el documento: ¡a pesar de tener autorización escrita de Picoche! Indignado, en dos días conseguí el ejemplar de la Complutense y el 1 de julio de 2014 se presentó en público la tesis íntegramente digital: ‘Un romantique espagnol: Enrique Gil y Carrasco (1815-1846). Thèse présentèe devant l`Université de Paris IV le 11 Mars 1972. 1524 págs, formato digital en pdf’.

La copia digital se depositó en Templum Libri, se enviaron dvds a una docena de universidades, incluyendo Lille, La Sorbona, Nantes, León, Valladolid; y la tesis completa se puede descargar gratis en un clic en la web de la Universidad de León, donde está alojada la Biblioteca Gil y Carrasco. El profesor Picoche quedó encantado con aquel experimento digital, que ya no entraba en sus planes, y cuando el año pasado le sugerí poner a don Álvaro Yáñez y a doña Beatriz de Osorio a hablar en francés, a pesar de su quebrada salud, aceptó el reto con una sola condición: «Haré la traducción si usted se compromete a publicarla».

Cumplimos ambos nuestra palabra y el nuevo hijo pródigo, Le Seigneur de Bembibre habla ya la lengua de Mòliere, que tanto agradaba al políglota Enrique Gil, nuestro autor más afrancesado, quien en su removida tumba de Berlín estará feliz oyendo llover en francés: «Lors d’un après-midi de mai d’une des premières années du XIVème siècle, revenaient de la foire de Saint Marc de Cacabelos, trois domestiques, semblait-il, de l’un des grands seigneurs qui se répartissaient alors le territoire du Bierzo».
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