Javier Oblanca o cómo ganar un corro 28 años después de la primera victoria

La Cátedra Ambulante de Villabalter, que acumula 132 victorias en corros, logró la primera en 1994 y la última este pasado domingo

Fulgencio Fernández
24/08/2022
 Actualizado a 24/08/2022
Oblanca da una caída a David Riaño y en el recuadro a El Menudín. :: SAÚL ARÉN
Oblanca da una caída a David Riaño y en el recuadro a El Menudín. :: SAÚL ARÉN
Desde el 20 de febrero de 1994 hasta el 21 de agosto de 2022 van 28 años, seis meses y un día. No es una pena de cárcel, es el tiempo que ha pasado desde que Javier Oblanca Sánchez, de Villabalter, ganó su primer corro en Pinilla (entonces la Liga de Invierno era individual) y el día que ganó el último, en Riaño, el pasado domingo. En el podio de Pinilla le acompañaron Jorge Getino Olmos, Manolín el de Naredo y Enrique Alonso, de Villapadierna. En Riaño lo hicieron Florián Yugueros, David Riaño y Fer Rodríguez.

Pocos meses después de aquella primera victoria en inviernollegó la primera de la Liga de Verano, fue el 6 de agosto de 1995(hace 27 años y 15 días) en La Vecilla, su corro fetiche, y le acompañaron en el podio: Unai Iglesias Armiño (un chaval que no ganó varias ligas porque en septiembre regresaba a casa en el País Vasco); Anastasio Prieto, El Gato de Taranilla (nada que explicar) e Iván Alonso, El Menudín de Valdefresno (uno de los más grandes de la historia reciente de la lucha leonesa que lo dejó excesivamente pronto).

En esos 28 años de lucha Javier Oblanca ha ganado 132 corros, 3 ligas y seis campeonatos provinciales En medio, una carrera ejemplar rematada con un récord el pasado domingo, el del luchador que ganó un corro de Liga con más edad. Pero también el que ganó 132 corros (décimo den la clasificación histórica de la Liga); también fue tres veces Campeón de Liga, seis veces Campeón Provincial y dos veces se llevó a casa el Campeón de Campeones. Sin desdeñar el de haber estado ganando al menos un corro durante 25 ligas consecutivas, Casi nada. No en vano pasó de ser Javi a La Cátedra Ambulante de Villabalter.

Y fue un habitual en los europeos de luchas celtas, seleccionador del equipo para ellas, monitor, referente para los chavales y un alumno que jamás olvidó aquellas primeras lecciones de un maestro que se convirtió en su gran ídolo: Cayo de Celis, Cayuso el de Villaobispo; seguro que pensó en él cuando planeaba las caídas del récord.
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