Janick y las treinta mil leguas de viaje en bicicleta

Atravesó la montaña leonesa en medio de la nevada, con su saco y su bicicleta, sin rumbo pues iba al Angliru y está cerrado. Ya recorrió 160 países, es la tercera vez que viene a León... Janick

Fulgencio Fernández
05/12/2021
 Actualizado a 05/12/2021
El excesivo peso de la bicicleta y su remolque/casa obligan a Janick a recorrer muchos tramos a pie, empujando todas sus posesiones. | F. FERNÁNDEZ
El excesivo peso de la bicicleta y su remolque/casa obligan a Janick a recorrer muchos tramos a pie, empujando todas sus posesiones. | F. FERNÁNDEZ
En mitad de la tormenta de nieve se distingue una bicicleta aparcada, llena de cachivaches, con una bandera de Noruega al viento. Ya es de noche en una de las curvas del Torío donde más azota la ventisca, en el cruce hacia Valdeteja desde Valverdín. Allí vive, si en algún lugar tiene casa, la intemperie.

Y allí aparcó su bicicleta Janick Le Planeur, que duerme en el interior del caseto metido en su saco. Sonríe. No se asusta, casi ni se inmuta. “Gracias, no necesito nada”. Y remata: “Tranquilo, estoy vacunado”. Parece que no todo el mundo le mira con cercanía.

Allí pasó la peor noche de la reciente tormenta, con la única protección de una caseta construida para esperar al coche de línea y que llaman los vecinos ‘La Casa de los Martínez’, pues cuando la hicieron le daban una llave a los viajeros para refugiarse mientras esperaban el autobús. Su nombre nos recuerda que es de los años 60, cuando se emitía la serie de televisión con ese nombre que narraba las peripecias de una familia todo lo normal que puede ser cuando uno de los miembros es Tip y que le daban una llave a todos los que acudían a visitar a los Martínez.

Con la mañana y sus escasos rayos de sol, con la helada pegada al suelo, sigue su camino Janick, que en realidad «soy francés, pero trabajé bastante en Inglaterra y traigo la bandera de Noruega porque mi abuelo era de allí».

- ¿Y hacia dónde vas?
- Voy.
- ¿Sin destino concreto?
- Iba a ir al Angliru, pero veo que ahora no se puede. No sé, qué más da.
- ¿Conoces León?
- Sí. Me gusta. Es la tercera vez que vengo. En 2011 estuve en Picos de Europa; en 2014 en el Bierzo y ahora en la Montaña.
- ¿No es mala época para venir a la montaña?
- No, buena. Estoy acostumbrado, he dormido sólo con mi saco a quince bajo cero, también en Alaska y Canadá.

Soy francés, pero he trabajado en Inglaterra, los abuelos son de Noruega. Mi patria es mi bicicleta, ya he estado en 160 países, solo con la mochila; en bici habré estado en cerca de 40Y, como para justificarse, mete la mano en una de las mochilas de su ordenada bicicleta y saca una pequeña bombona. «Con esto caliento el café y ya está… a caminar».

No dice mal “a caminar” pues con el peso que lleva no puede subir en bicicleta la collada que le lleva hacia Villamanín, donde no tiene claro qué camino coger en el cruce pues el Angliru «está cerrado para las bicicletas».

Se detiene. Observa las vacas y yeguas entre la nieve y bromea. «Ellas no tienen frío… y sin bombona para el café». Sigue haciendo fotos y te dice que le hagas a él las que quieras, solo con una condición: «Me las tienes que mandar, así no se me olvida que pasé por aquí».

Sería normal que se le olvidara pues no es fácil llevar la cuenta de los países que ha recorrido.

- ¿En cuántos países has estado?
-¿En bici o con el saco?
- Vamos por partes; ¿con el saco?
- En 160.
- ¿En bici?
- Sólo 35.
- ¿Los últimos?
- Antes de la pandemia estuve en Kurdistán, ahora España.
- ¿No tienes miedo?
- ¿Miedo?

Lo pregunta como cuando no entiende una palabra de su precario español ¿Miedo? Una mueca pícara parece delatar que sí ha entendido la palabra pero no sabe bien qué es el miedo.

A Janick, francés del mundo, le gusta hablar, conocer la tierra que atraviesa y disfrutar, del sol o la nieve. Del desierto o el frío.

- ¿Cuántos kilómetros habrás recorrido?
- Más de cien mil. Lo he calculado a veces. El último gran viaje fue por América, por Nevada, anduve ocho mil kilómetros… con otra bici.
- ¿Y de qué vives? ¿Estás jubilado?
- Cuando lo necesito trabajo, pero no tengo grandes necesidades, comer y poco más. Lo último que hice fue cuidar el campo del Arsenal, también de camarero.

Sigue su camino. Ya toca bajar la Collada y se sube a la bicicleta/casa con remolque. Va muy despacio, mirando, haciendo fotos, disfrutando.
No lleva prisa pues no va ninguna parte ya que el Angliru está cerrado.

Horas más tarde, en un bar de las estribaciones del Puerto de Pajares un ganadero dice convencido. «En el soportal de la ermita hay un paisano con una bicicleta. Está como un cencerro, esta noche palma».

- ¿Qué es palmar?; dice con la misma cara que cuando le preguntassi no tiene miedo.
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