jose-miguel-giraldezb.jpg

Jambrina y la retirada de sir John Moore

27/03/2023
 Actualizado a 27/03/2023
Guardar
Prácticamente cada año me encuentro con Luis García Jambrina. Profesor de literatura española en la Universidad de Salamanca, Jambrina representa lo mejor de nuestra tradición de la novela histórica, en su caso a menudo trufada de suspense y con no pocos rasgos de la novela detectivesca. Es difícil encontrar un interlocutor más ameno y apasionado que Jambrina, que vive la literatura, y también la historia, en primera persona. Tras su homenaje al Camino de Santiago en ‘El manuscrito de barro’, que le permitió ese acercamiento a Galicia que tanto ha influido en su vida, el profesor regresa de nuevo al territorio del Noroeste. Lo hace con ‘Así en la guerra como en la paz’, publicada igualmente por Espasa.

Para Jambrina, hablar de la guerra en tiempos napoleónicos en un momento en el que Europa experimenta otra guerra atroz tiene su sentido. «Sin duda me influyó lo que nos está pasando ahora, esta Europa otra vez sacudida por una grave atmósfera bélica, pero en realidad esta nueva novela bebe de la experiencia de la anterior. He contado muchas veces cómo el historiador Javier Gómez Vila me ayudó en la documentación del Camino de Santiago, y, particularmente, de la Vía Künig, en las proximidades de Luego. Mi contacto con él ha sido muy fructífero y, en aquellos días me relató también sobre el terreno las peores jornadas de sir John Moore, su retirada precipitada hacia las costas de A Coruña, que es la base argumental de la novela que acabo de publicar. Ese instante tan delicado de nuestra historia, del que no se ha escrito demasiado (aun así, incluyo una bibliografía bastante completa), sucedió exactamente en las tierras en las que entonces me encontraba documentándome. Por eso en esta novela León y Galicia tienen tanto protagonismo, como también Salamanca y Zamora, desde luego», me dice con esa pasión propia del que disfruta zambulléndose en la Historia.

Jambrina ha ido amasando una gran popularidad literaria gracias a la conversión de Rojas, el autor de La Celestina, en un pesquisidor, una especie de detective a través del tiempo que protagoniza sus famosos ‘Manuscritos’. En esta ocasión, sin embargo, la narradora principal es una mujer, la irlandesa Catherine Gallagher, nacida en Blarney, en las proximidades de Cork, que llega a España acompañando a su marido durante la campaña contra la invasión francesa, primero a través de Portugal, de donde pasan para llevar a cabo un largo acantonamiento en Salamanca. Catherine es un trasunto de Catherine Exley, una mujer inglesa que escribió un diario del conflicto, y que, como tantas otras, también acompañaba a su marido en la campaña, aunque, me dice Jambrina «había una gran abundancia de mujeres irlandesas y escocesas, mucho más que inglesas». Todos habían zarpado del puerto de Portsmouth, esperando la gloria, pero la realidad fue muy distinta.

El punto de vista femenino otorga a la narración un aire especial. Por un lado, lo militar cede su puesto a lo doméstico. No es que Jambrina no hable de las batallas, o de las escaramuzas, ni de la penosa retirada del ejército inglés. A fin de cuentas, la presencia de todas estas mujeres no fue, ni mucho menos, anecdótica. En la novela, Gallagher aparece como una mujer capaz de leer y escribir correctamente, algo que intenta transmitir a su marido, tanto que llega a trabajar para el propio John Moore. Y capaz también de adaptarse a las muy diferentes costumbres españolas, e, incluso, de aprender castellano. «Estas mujeres no eran bien recibidas, a veces se las confundía con prostitutas, se las miraba con recelo», me dice Jambrina. «Incluso lo tuvieron difícil, como cuento en la novela, en los conventos femeninos donde fueron alojadas, aunque Catherine logrará tener una aliada en el de Santa Clara de Salamanca, sor María, la única monja que hablaba inglés», explica.

Jambrina nos envuelve en una ambientación muy creíble, en la que la ficción, la reconstrucción histórica, se da la mano con los acontecimientos que de verdad ocurrieron. En realidad, pretende transmitirnos la historia de un fracaso. De un grave desconcierto que tiene que ver la parálisis que también atenazaba a este país. «Me interesó desde el principio», dice «porque no se trataba de una guerra convencional, sino de un episodio un poco surrealista. Quería narrar ese desconcierto, por eso me interesaba lo personal más que lo militar. Esas mujeres que, en muchos casos, iban acompañadas de sus hijos, que, si su marido era herido, lo llevaban sobre sus espaldas hasta encontrar ayuda en medio de jornadas agotadoras. La retirada, hacia Sahagún, y luego hacia Astorga, por La Bañeza, Bembibre, Villafranca, Los Ancares, tierras de Luego, Betanzos… hasta Coruña, donde tiene lugar la Batalla de Elviña justo donde se encuentra hoy el campus universitario, compone un relato atroz, durísimo. Además, todo sucede en pleno invierno, con caminos impracticables llenos de barro, temperaturas muy bajas y un comportamiento agresivo y cruel, pues muchas localidades fueron saqueadas, o se les pegó fuego, como a Bembibre o a Villafranca», refiere Jambrina con detalle.

Tras una última victoria en Sahagún el 21 de diciembre, donde los húsares británicos se impusieron en un choque de caballería, la retirada en pos de las costas gallegas se desarrolla como un viaje absolutamente desesperado. Las noticias de los avances napoleónicos, al frente de cuarenta mil veteranos, no dejan de llegar. Así que ahí comienza la retirada, más de cuatrocientos kilómetros de violencia y frío, de desabastecimientos y hostilidades, con las poblaciones locales huyendo hacia las montañas, donde buscaban protección, como fue el caso de Astorga, donde Napoleón llegó pisándoles los talones, donde estuvo, sólo según cierta tradición, incluso en gran peligro, justo el último día del año de 1808.

La textura de la guerra y la desolación del fracaso se abren camino en las páginas de ‘Así en la guerra como en la paz’, pero, como insiste Jambrina, «lo que me importaba era retratar cómo el amor resistía, cómo la vida se abría camino en tan penosas circunstancias. Y el papel central de las mujeres, una vez más las grandes olvidadas. Es difícil imaginar la naturaleza de aquella huida, el horror de la retirada por terrenos impracticables, e incluso la más conocida batalla final, en la que John Moore muere en el llano de Elviña por una descarga de cañón, [mientras muchos están embarcando apresuradamente para salvarse]». He aquí el relato de unos meses desesperados que nos tocaron muy de cerca en esta provincia, en el que Jambrina pone en juego toda su acostumbrada pasión literaria e histórica.
Lo más leído