Isabel

16/05/2015
 Actualizado a 16/09/2019
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En segundo de carrera sabes muy poco de periodismo, más bien casi nada. De hecho, cuando terminas y empiezas a meterte en el mundillo, eres aún más consciente de lo poco que has sacado en claro de las aulas. Pero siempre hay excepciones. Asignaturas que, por la manera de impartirlas, te sirven para los restos. El primer día que David Frontela llegó a nuestra clase de segundo en la Universidad de Valladolid, nos mandó sacar un folio en blanco. Sin dejarnos tiempo para pensar, nos ordenó escribir cinco nombres de políticos, cinco nombres de empresarios, cinco periodistas, cinco artistas y cinco lugares. ¿Y esto para qué? Fue lo primero que pensé, puesto que la asignatura se llamaba Géneros periodísticos en radio y televisión. Al día siguiente tuve la respuesta. De todos los nombres que habíamos escrito nos asignó uno para hacerle una entrevista a la persona en cuestión, y un lugar para ambientar un reportaje. Todo enfocado a la radio y la televisión, como era lógico. El personaje que eligió para mí fue Isabel Carrasco. No sé por qué la incluí en mi lista, pero el caso es que la incluí, y de que me diese la entrevista dependía mi aprobado, algo que por aquel entonces era de las cosas más importantes en mi vida. Al principio pensé que lo que menos iba a hacer Isabel era darle su tiempo a una niñata de 19 años que le quería hacer una entrevista para que la escuchase su profesor de Universidad. Pero contra todo pronóstico, accedió. Nunca hable con ella hasta el mismo día de la entrevista, siempre lo hice con su jefa de prensa quién sólo se dirigía a ella como ‘La Presidenta’, nunca como Isabel. Si ya de por sí iba nerviosa, ante tanto formalismo me abrumé. Finalmente me trató muy bien, creo que incluso le gustó la idea de que fuera ella el centro de mi trabajo. El día que la asesinaron, me encontraba en la redacción de este periódico. Fue otra de las cosas más impactantes que me han ocurrido en mi corta vida como profesional. Dos momentos en los que Isabel de una manera o de otra ha estado presente. Y me sigue pareciendo que nunca ha dejado de estarlo. Esta semana hizo un año de uno de los peores sucesos que ha sufrido León. Pero aun sin ella, cada rincón de la ciudad guarda su recuerdo.
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