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Irresponsables

01/04/2015
 Actualizado a 17/09/2019
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Dedicamos mucho tiempo a educar a nuestros menores en determinados valores, les vamos enseñando cómo deben comportarse; para, finalmente, exigirles una responsabilidad que eludimos los adultos asiduamente.

Lo hacemos como ciudadanos, aunque los políticos y los altos cargos se llevan la palma. Lo comprobamos a diario pero cada vez con menos estupor. Es lo que tiene habituarse.

Comprobamos atónitos cómo el presidente del Gobierno daba una rueda de prensa a través de un plasma para intentar «explicar» cómo fue posible que Bárcenas llegara a poseer semejante fortuna sin que él supiera nada. El resto de los escándalos que asedian a su partido se pueden dar por contestados con aquella intervención.

Esperanza Aguirre es un gran ejemplo, un notable número de sus estrechos colaboradores están imputados o en la cárcel, pero ella siempre se entera por los periódicos. La empresa Seeliger & Conde ha disfrutado durante dos años de su inigualables dotes como cazatalentos para empresas que cotizan en el IBEX. Podemos estar tranquilos.

Como Chaves y Griñán en el caso de los ERE. 885 millones de euros en ayudas irregulares durante 12 años y ellos sin enterarse. Inaudito.

No pongo en cuestión la inocencia de ninguno de ellos, pero sí su responsabilidad o incompetencia. Uno no sabe qué es peor.

Pero el que se lleva la palma es el actual presidente del FC Barcelona, hemos visto pretextos para todos los gustos y excusas de todos los colores, pero su declaración con respecto al caso Neymar fue absolutamente despreciable. Decidió atribuir al difunto Tito Vilanova la culpa de las prisas en el fichaje del jugador brasileño, lo que supuso un sobrecoste de 40 millones de euros. Aludió en su declaración que, en 2013 y junto con el entonces presidente Sandro Rossell, fueron a Nueva York a visitarle «enfermo» y «recibiendo tratamiento de quimioterapia». Y que Vilanova les pidió, si era posible, adelantar un año la contratación del jugador brasileño. Con el tono que usó, únicamente le faltó añadir: «Como soy indulgente, decidí cumplir la última voluntad de un moribundo». Somos un país de difícil digestión, ni a los muertos dejamos descansar en paz.

El día que alguien, cuando vaya a declarar ante el juez diga: «Efectivamente, señoría. Robé 30 millones y me los he pulido en los mejores hoteles del mundo y en los restaurantes más caros. Además de comprar varias propiedades y disfrutar a diario como un canalla». Ese día, a ese, pedimos que le pongan una calle. Aunque sea en Villahierro.
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