25/11/2018
 Actualizado a 08/09/2019
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No es complicado desenmascarar las contradicciones en que vivimos en nuestra sociedad. Estos días los asuntos de primera plana son el ‘brexit’ (Gibraltar incluido o excluido), las bravuconadas del presidente Trump, el ‘trágala’ de los presupuestos de Italia, las deseadas y temidas elecciones generales en España, la campaña política ‘sui generis’ en Andalucía, la deriva interminable del ‘procés’ catalán… Hay razones para que así sea. En este terreno nos jugamos la macroeconomía, la política internacional, la pugna entre populismos de pelo pobre y enciclopedismos que se van quedando calvos…

Pero si uno sigue la letra pequeña de la prensa, radio y televisión, o rastrea las secciones de ‘sociedad’ de algunos selectos diarios digitales, es posible, por ejemplo, que perciba que hay otra realidad, casi invisible, que se hace lluvia suave pero machacona en este adelantado invierno. Que, además, acaba por ser acicate para acciones contantes de solidaridad eclesial. Ahí están datos calientes divulgados con ocasión del reciente Día de la Iglesia Diocesana. Y la realidad sangrante puesta en evidencia por el golpe carismático del papa Francisco del pasado domingo cuando volvió a llevarnos de la mano a una nueva Jornada Mundial de los Pobres, que él vivió compartiendo el almuerzo con tres mil indigentes de la ciudad de Roma.

Y aquí tenemos hoy mismo el día central de la Campaña de Personas sin Hogar. La publicidad subraya el riesgo de que estas sean invisibles en esta sociedad de la prisa, el consumismo y el bienestar. En nuestras ciudades y cabeceras de comarca son más que perceptibles. Especialmente a determinadas horas y en determinados lugares. Algunos (muchos más hombres que mujeres) se mueven especialmente con el buen tiempo por concretos espacios geográficos que controlan perfectamente; otros prefieren quedarse en su pequeño rincón que marcan como se hace en la ley de la selva; unos pocos acaban por entregarse en manos de la asistencia social. Son miles. Unos 40.000 en España. Entre nosotros, el Comedor de la Caridad de la capital reparte diariamente ochenta comidas y sesenta cenas. En lo que va de año Cáritas diocesana de León atendió a 340 personas. El Comedor y Hogar de San Genadio en Ponferrada ofreció más de 100 comidas y cenas diarias (algunas a domicilio), además de unas quince pernoctaciones. La Casita de san José de Astorga a atendió a 147, la Casa de Fraternidad de Cistierna a 120 y el Albergue del Transeúnte de La Robla a 108 ‘carrilanos’. ¿Invisibles ellos o ciegos nosotros?
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