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Invertir en el largo plazo

08/06/2021
 Actualizado a 08/06/2021
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Cuando un cliente se acerca a nuestra oficina siempre comentamos la conveniencia de mirar al largo plazo. En este mundo tan acelerado, cuando intentamos estar al segundo de lo que ocurre, cuando parece que el inversor debe decidir continuamente, la filosofía ‘Slow finance’ puede ser una buena práctica: el despacito y buena letra. Y al pararnos por un momento, podemos reflexionar qué queremos y qué necesitamos. Y, en ese punto, podemos distinguir entre una mentalidad ‘especuladora’ que va buscando el éxito inmediato y una ‘inversora’ que busca una rentabilidad a medio y largo plazo. Porque invertir también es de dejar tiempo para que las inversiones trabajen para ti.

Aparte de que ganamos en tranquilidad –que las inversiones no te quiten el sueño– nos acoplamos al ritmo de la naturaleza. Esta nos enseña que para recoger el fruto hemos de planificar la cosecha, trabajarla, dejar tiempo al tiempo para obtener rendimientos. Porque las inversiones financieras no tienen nada que ver con dar a una tecla impulsivamente de compra o venta eligiendo el rojo o el negro como el que ‘juega’ al tragaperras donde la suerte o la fortuna nos hacen ganar o perder dinero, sin saber muy bien por qué.

Invertir supone participar en el desarrollo de empresas y sectores de futuro pues, al fin y al cabo, nos convertimos en accionistas, en socios, interesados en la marcha de esos negocios. Y, como en el mundo real, no esperamos el éxito para mañana. Si nuestro análisis ha sido certero, si hemos invertido en ‘tendencias de futuro’, nuestras inversiones darán su fruto. De hecho, estadísticamente, la renta variable es el activo más eficiente, con una rentabilidad media anual de entre el 8% y el 12%. Pero, para eso, hay que dejar a la inversión crecer: mirar más allá olvidándonos un poco del momento actual. Así, no nos influirán tanto las emociones lógicas de pánico cuando ‘los mercados se hunden’ o la euforia cuando ‘están en máximo’.

Al invertir en el largo plazo aprovechamos ‘la volatilidad’ propia y necesaria de los mercados financieros para nuestro bien pues, teniendo clara nuestra finalidad, podemos usar esos momentos de caída para tomar nuevas decisiones de inversión y, por supuesto, evitaremos vender en esos momentos de bajón asumiendo pérdidas.

El largo plazo nos beneficia también gracias a la eficacia del interés compuesto, tan alabado por Warren Buffett.
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