Inventos sin patente

20/11/2019
 Actualizado a 20/11/2019
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Pasea por cualquier pueblo con los ojos abiertos –o el objetivo preparado– y comprobarás la sucesión de inventos sin patente que te vas encontrando, todos ellos prácticos, todos hijos de la experiencia y la necesidad de solucionar un problema. Ya sé que mejor había dejado la capacidad de inventar en casa el que ideó realizar los cierres de portilleros de prados y montes con el somier viejo de la cama, pero nadie es perfecto, ni siquiera los inventores sin patente de la llamada España vaciada, «que son los pueblos de toda la vida de dios».

Pero ¿qué me dices del barco que no necesitaba timón ni combustible que creó Belarmino Canseco, hijo del Tío Isidro El Ratonero, quien llegó a escribir a Franco para decirle que si le daba el peor buque de nuestra armada le mostraría el potencial del barco, que es la misma que la de su mente? Franco no contestó, y eso sí que no se lo perdono.

¿Y del coche/burra que inventó y no patentó El Tigre de Villahibiera?, que también era mixto, no eléctrico y de gasolina sino de trigo y cebada.

¿Y la caseta viajera del pastor de Carrizo? Y mil más.

Sin ir más lejos. Ahí tienes otro ejemplo de invento práctico y de reciclaje ¿Quién se dio cuenta de que la caja de nueve botellas del histórico vino de pelea Peláez era lo justo para los nueve bolos de una bolera?

Pues cualquier inventor sin patente, como tantas cosas que ves cada día.
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