15/02/2020
 Actualizado a 15/02/2020
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No sé si alguna vez han escuchado el chiste en el que un hombre entra a una librería y le dice al librero: «Quiero comprar un libro que haya escrito un escritor». Lo que puede parecer una paradoja se ha convertido en una realidad, por desgracia, frecuente.

En la mayoría de las profesiones resulta complicado inmiscuirse o desempeñar un rol que no nos corresponde. Por ejemplo, parece difícil que alguien que no sea médico pueda infiltrarse en un hospital para examinar pacientes. Si no tienes la titulación necesaria no puedes trabajar como profesor, maestro, abogado ni manipulador de alimentos, pero las disciplinas artísticas poseen límites, por lo visto, mucho más amplios y esta ausencia de fronteras precisas hace que personas poco o apenas nada formadas en determinadas áreas puedan campar a sus anchas por escenarios, galerías y librerías sin el menor pudor. Últimamente está muy de moda que políticos influyentes publiquen sus memorias, seguramente redactadas por una ‘mano negra’ a sueldo. Así tenemos ‘Una España mejor’ de Mariano Rajoy, el ‘Manual de resistencia’ de Pedro Sánchez, y en breve verá la luz el próximo libro de Albert Rivera. Todos ellos publicados por editoriales poderosas y en grandes tiradas, ediciones de esas que llenan escaparates y se colocan entre el ‘top ten’ de los más vendidos. Es muy triste que haya en España escritores de verdad sudando sangre por ver publicada su obra y, sin embargo, las grandes editoriales apuesten por un nombre que venda, aunque venda bazofia. Y si estos casos a algunos nos producen cierta irritación, más lamentable resulta que largas listas de ‘youtubers’ que a duras penas aciertan a expresarse con corrección sean los autores de los libros más solicitados últimamente por niños y adolescentes. Si tratamos de evitar la comida basura, evitemos también la cultura de cloacas. No nos hace ningún bien. El alma debe alimentarse de belleza.
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