21/07/2022
 Actualizado a 21/07/2022
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No es por darle envidia, pero si es usted de los que madruga para leer las peroratas que este humilde plumilla suelta cada dos semanas en estas líneas, ha de saber que a estas horas estoy en pijama y despertando bajo dos mantas en el paraíso redipollejo. Ventajas de ser de la montaña, aunque no faltan quienes dicen que se está mucho mejor torrándose vuelta y vuelta bajo un sol de justicia. Y eso demuestra que no todos somos iguales y que generalizar suele ser un deporte tan injusto como arriesgado.

Ocurre con nuestras filias y fobias ante el termómetro, pero también con este cada vez menos noble oficio de juntar letras, en el que muchísima gente mete en el mismo saco a los que tratamos de contar lo que pasa y a los que directamente quieren decidirlo.

Sucede también con los funcionarios, que muchas veces son tildados de vagos solo por el mero hecho de serlo y sin discernir entre aquellos que se dejan la piel para atender a los pacientes que van a urgencias (muy pocos frente a demasiados) y los que prefieren llamarte por teléfono a pesar de que estés sentado en una sala de espera que está situada a tres metros de su consulta.

Y ocurre con los gestores de la cosa pública, a los que machacamos por igual con independencia de que quieran trabajar e incluso plantarse ante los suyos para defender a quienes le pagan o de que tengan como único objetivo sentarse en un sillón a levantar la mano cuando le manden pese a estar aún en la pubertad de la política.

Pero no debemos olvidar nunca que los gestores de la cosa pública emanan de nuestra sociedad, donde no escasean quienes se aprovechan de las ayudas públicas para no marcarla o pasar el mes con lo que les pagamos todos y tres o cuatro chapuzas en negro. Y eso al final solo perjudica a los que de verdad necesitan esas ayudas, porque son metidos en el mismo saco que los jetas.

El problema es que en este nuestro país quien paga una reforma sin factura es un héroe, mientras que en muchos otros le pondrían la cara colorada. Por eso no confío en esta sociedad, por eso no creo en las generalidades y sí en la integridad que demuestre cada persona.
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