28/05/2020
 Actualizado a 28/05/2020
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El Gobierno de Pedro Sánchez anda empeñado en llevarse la contraria. Hemos estrenado la fase 1 como quien estrena la independencia del nido familiar, en un estallido de felicidad en desescalada que es el derroche de emociones confinadas. Y ahora que la sociedad se esfuerza por recuperar la sonrisa tras la inmensa tragedia (se sonríe con los ojos por culpa de la mascarilla), consideran que es el momento del luto aplazado. Ahora y no cuando todos lloramos en casa hasta por los desconocidos. Esta semana que reverdece la esperanza nos imponen la incoherencia de reencuentros a media asta. Aquí ya hicimos luto y nos falta el funeral.

La política alienta el luto perpetuo. Así funciona Ciudadanos donde se le amontonan las despedidas. Ciudadanos es un partido donde hay que estar alguna vez para poder irse. Y de unos años a esta parte en las crónicas de la deserción siempre aparece Francisco Igea. Por enfrentamiento o por ausencia, por sombra o estrategia. Estuvo Igea, por victoria, en el adiós prematuro de la Clemente naranja que se quedó en clementina. Estuvo Igea, por derrota, en el giro de Arrimadas que negó a Rivera y cogieron la puerta Villegas, Girauta y De Quinto. Está Igea en la dimisión de Germán Barrios como consejero de Empleo por «diferencias insalvables» y en la propuesta de David Martín para seguir siendo él todos los consejeros.

Esta política no permite ni la más pequeña alegría. Al gobierno de coalición de la Junta en su cumpleaños le habían regalado la satisfacción de la encuesta en la que le aprueban la gestión de la mayor crisis sanitaria. Y ni eso. Con la emergente crisis económica les estalla la crisis de gobierno en la cartera clave para mantener el rumbo durante la tempestad. Ni siquiera es la crisis de uno de los socios, sino de una mitad de Ciudadanos, que ya no sabemos en cuántos pedazos se divide. Lo insalvable empieza a ser Igea y puede que hasta todo Ciudadanos donde la verticalidad de su estructura marca tantos corsés que es normal que se pasen el tiempo zurciendo costuras. Que sea la dirección nacional quien autorice a un presidente autonómico el nombramiento de un consejero de su gobierno es lo insalvable. Tanto como haber firmado tamaño atropello.
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