20/06/2021
 Actualizado a 20/06/2021
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Si ya en esta tierra que nos vio nacer los leoneses estamos sumidos en el índice de mayor despoblación de España, según la wed Ashley Madison, León, después de Tarragona y Barcelona, es la provincia que ocupa la medalla de bronce en el Top de las ciudades españolas más propicias para aventuras amorosas veraniegas. ¡Bonito!, que diría mi suegro si viviese abriendo boca con su antífrasis preferida. La infidelidad amorosa puede ser ocasionada por aburrimiento, curiosidad, búsqueda de novedad, soledad o venganza por la propia infidelidad de la otra parte. Pero ahí está la web Ashley Madison, un portal donde los casados pueden tener acceso a una aventura libidinosa sin temor a ser descubiertos. Cuando la monogamia se convierte en monotonía, nadie mejor que esta web auxiliadora para buscar aventuras extramatrimoniales. Y es que, como dice un íntimo amigo mío: «Cuando las ganas de follar aprietan, ni a querida ni a esposa se les respeta», pese a que se haya echado firma en «unidos hasta que la muerte nos separe».

En lo de la infidelidad, el hecho más resonante en estos días tiene que ver con la desaparición en aguas de Tenerife de las dos niñas, Anna y Olivia y su padre Tomás Antonio Gimeno. Una de ellas ya ha sido encontrada en el océano metida en una bolsa a mil metros de profundidad. El padre autor del infanticidio resulta ser un joven de buena familia, enchufado a los negocios familiares, sin otro trabajo que estar de fiesta, con una vida tan solo centrada en él y sus vicios. Su esposa, Beatriz Zinmermann, cansada de tanta infidelidad, se ha echado en los brazos de otro hombre, el empresario Eric Domb, 26 años mayor que ella. Eso ha dado lugar a que el padre de las criaturas haya entrado en cólera: «No quiero que un viejo cuide de mis hijos». Y con la mayor frialdad del mundo ha cometido tan horrible infanticidio que tiene una denominación propia: «violencia vicaria», esto es, un tipo de violencia de género en la que el agresor mata a los hijos o los maltrata para hacer daño a su esposa o expareja.

No es la primera vez que se comete un infanticidio por violencia vicaria. En 2013, en la ciudad de Córdoba, José Breton fue condenado a cuarenta años de prisión por matar a sus hijos Ruth y José, de seis y dos años de edad, también por el motivo antedicho, aprovechando que estaban bajo su custodia.

A la palestra sobre el caso de Tenerife, se ha lanzado con rotundidad y sin demora el sacerdote canario conocido como padre Báez. En diversos medios de comunicación y redes sociales Báez responsabiliza del infanticidio cometido contra Anna y Olivia, más que al autor del mismo, a la madre de las niñas. Y lo justifica por la razón de que Beatriz entregase a sus hijas a quien no las engendró, queriendo así mudarlas de padre. Según Báez, si ese matrimonio hubiese sido fiel –haciendo más infiel a la madre que al padre– sus hijos estarían vivos, considerando con ello al padre, más que autor de los infanticidios, una víctima propiciatoria digna de compasión por la ruptura matrimonial llevada a cabo por su esposa.

No tenemos que cruzar ningún charco para encontrar otro personaje eclesiástico que, a mi entender, seguro que estará de acuerdo con el padre Báez. Me refiero a Jesús Calvo, párroco de El Burgo Ranero. Este cura, franquista hasta la médula e íntimo amigo de Tejero, lamenta no haber triunfado el 23-F. Para el padre Calvo, la homosexualidad, el divorcio, el aborto y la infidelidad atentan contra la moral cristiana. El matrimonio debe ser entre hombre y mujer, por tanto, perpetuo e indisoluble.
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