Infancia...¿libre?

Por Sofía Morán de Paz

Sofía Morán de Paz
26/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Colgar el teléfono tras una acalorada discusión y soltarle a tu hijo, sin pensarlo demasiado, algo así como «¡tu padre es gilipollas!», es algo que podría resultar anecdótico, casi cotidiano en situaciones de conflicto, separación o divorcio. Diría que resulta incluso habitual que padres o madres que afrontan una ruptura realicen, en algún momento, comentarios negativos sobre el otro progenitor en presencia de sus hijos.

Sin embargo, cuando esta situación se repite de forma habitual, con el objetivo claro de educar al menor en el odio hacia el padre, o la madre, las consecuencias son siempre nefastas.

«Tu padre ya no nos quiere, ahora va a tener otra familia», «mamá es mala, mamá está loca, se porta mal con nosotros», son frases que nuestros hijos no deberían escuchar jamás.

Campañas de descrédito, mentiras, insultos, una especie de secuestro emocional que asusta a los niños, les genera ansiedad y les hace sentir que deben despreciar a uno de los progenitores, para tener el cariño del otro.

Es el llamado Síndrome de Alienación Parental (SAP), sobre el que hablaba hace unos pocos días la candidata de Unidas Podemos IU-Madrid en Pie a las elecciones autonómicas, Isa Serra, afirmando tajante que «el Síndrome de Alienación Parental no responde a la ciencia», sino, a «una sociedad machista en la que se considera que las madres instrumentalizan a sus hijos para denunciar a sus ex parejas», y pidió a los psicólogos que no lo incluyan en sus informes.

Resulta imposible negar que la mayoría de sentencias (guarda y custodia) que aluden al SAP, señalan a la madre como alienadora, pero no por una justicia machista, sino por ser quien históricamente ha tenido la custodia de los hijos y quien, por tanto, podía influir en ellos.

Estoy segura de que, las cada vez más habituales custodias compartidas, traerán padres alienadores, esos que la señora Sierra parece echar de menos.

La manipulación existe, y esas madres sin escrúpulos, dispuestas a todo, y que utilizan a sus hijos para denunciar a sus ex parejas, también. Decir esto está feo, queda mal, y es políticamente incorrecto, pero es la verdad y hay que decirlo. Ser madre no te santifica, y ser mujer, tampoco.

La Policía Nacional detenía el pasado martes en Madrid, a otra madre de ‘Infancia Libre’ (y ya van tres), por impedir a su ex ver a la hija de ambos durante más de dos años. No estaba escondida, hacía vida normal trabajando como enfermera en el Hospital de La Paz, a pesar de que llevaba más de un año en busca y captura por orden de un juzgado de Arganda del Rey.

Y la historia vuelve a ser más o menos la misma, el patrón de ‘Infancia Libre’ se reproduce: separaciones conflictivas, gravísimas acusaciones falsas contra los padres, y finalmente, la sustracción de los menores. Misma abogada, y mismo psiquiatra, todo por la causa.

Mujeres que se disfrazan de madres amantísimas, esas que se sienten indispensables, protectoras, sensatas y justas, pero que no son más que unas pájaras vengativas, que sólo buscan dinamitar cualquier rastro del vínculo de sus hijos con el padre. Mujeres tóxicas y resentidas que hablan en nombre del feminismo, que lo manchan, lo pervierten, y lo emponzoñan. Cobijadas por asociaciones que alientan, dirigen y coordinan. No son feministas, son delincuentes.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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