Índole

19/07/2018
 Actualizado a 16/09/2019
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Del por si acaso que sea cual fuere siempre queda la ocurrencia o aún mejor la acción que tenemos de usar de manera recurrente siempre bajo el dominio de la misma palabra, que no es otra que índole, a la que además añadimos su correspondiente adjetivo dependiendo a lo que se quiera aplicar o dar cierto significado que no es otro que el que a nosotros mismos más nos convenga. Así pues, de índole carismático, de índole aburrido o de índole dañino entre otros de una lista muy larga. Créanme si les digo que da igual el índole que queramos ponerle, porque el índole amistoso, índole abierto y otros del tipo afable ya poco se usan. Todo esto me recuerda a los hermanos Marx en aquella escena en la que subido en la locomotora de un tren gritaba, ¡es la guerra, traed madera, más madera!, una alegoría perfecta de la que aún seguimos formando parte en la que la locomotora tiene un gran significado, la especulación. Somos así, especulamos absolutamente con todo, refiriéndome con las suposiciones que solemos hacer con algo que no conocemos con certeza. ¡Qué más da!, alimentemos la máquina, quememos todo lo que sea necesario, pero también recuerden que las locomotoras si se alimentan demasiado pueden salirse de los raíles. Menos índole y más decoro, que de este último sí que estamos faltos y por ende de tantas elucubraciones diría que no podemos permitirnos determinados actos o situaciones donde el comportamiento queda lejos de ser el más adecuado y no queda otra que salir en bandada en busca de cobijo ante tanto agravio, que generalmente suele ser de tipo comparativo. Ahora sí que sí, hasta aquí hemos llegado, si antes era sí, pues ahora nos encontramos con un no, muy propio en los nuevos tiempos en los que nos hayamos, y ¡sálvese quien pueda! Si es que ya no queda nada de aquella honorabilidad de la que tanto hablaban nuestros abuelos, en la que un pacto de caballeros no podía romperse y existían determinadas reglas que no se podían saltar. Déjense de echar las culpas a internet y la supuesta educación que trae consigo, asuman su rol como adultos que somos y en consecuencia eduquemos de nuevo, porque si las cosas siguen así no sé qué puede ser dentro de dos décadas, que las dichosas máquinas de momento no funcionan solas y siempre andamos nosotros detrás. La proclama de índole tecnológico, ¡oiga mande!, que ya no nos cuelan el timo de la estampita, que quedó en tiempos de Toni Leblanc y ahora solo tenemos problemas de índole personal a los cuales debemos prestar más atención.
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