24/02/2019
 Actualizado a 15/09/2019
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Tengo para mí que si Santiago Abascal tuviera la cuarta parte del apoyo mediático que tuvo Pablo Iglesias cuando irrumpió en la política nacional, su resultado en las próximas elecciones generales sería apabullante.

La aparición de Podemos, ahora destrozado por las guerras internas, la escalada económica y social de su líder reconvertido en ricohombre de Galapagar, sus complicidades con el separatismo, y el descrédito absoluto de la dictadura venezolana que fue su alma mater, fue saludada por un ejército de columnistas y estrellas de la tele capaz de aupar a cualquiera. El PP de Rajoy dedicó todos sus afanes a potenciar la calurosa bienvenida, pensando que así diluiría al PSOE, y le regaló la Sexta, el instrumento propagandístico comunista más potente de Europa. Gracias Mariano.

Ese mismo ejército se afana ahora en que no se escuche el mensaje de VOX y en caricaturizar al partido y a su líder. La consigna del blanco y negro y del retroceso de cuarenta años, que no paran de repetir a todas horas.

Sin embargo, es posible que a mucha gente no le parezca tan mal retroceder cuarenta años en determinados aspectos. Hace cuarenta años uno podía presentarse a las oposiciones que quisiera en todo el territorio nacional. Podía comprar medicamentos con recetas expedidas por el sistema nacional de salud en cualquier farmacia de España, y sabía que sus hijos recibirían, en su propia lengua, la misma educación en cualquier escuela de cada rincón de nuestro país, con independencia de su origen, sin que el sistema educativo pretendiera hacer de ellos fanáticos al servicio de los caciques separatistas de la zona. ¿Sería un retroceso que eso volviera a ser así y que por fin se cumpliera realmente lo que establece aquella constitución de hace precisamente 40 años?

Los nervios de la progresía mediática se palpan, porque durante el golpe de estado catalán se puso de manifiesto que a la gente, mire usted por dónde, le gusta su bandera, y está dispuesta a creerse eso de que la soberanía nacional reside en el pueblo español, mucho más de lo que se lo creyó un PP acomplejado e inútil y un PSOE que esperaba su turno para aliarse con los golpistas.

Queda poco para que salgamos de dudas, pero con un PSOE plegado al separatismo y un PP que ha quedado asolado por el rajoyismo, cualquier resultado es posible. Sólo hay algo que la experiencia nos permite dar por cierto: cualquier cosa que digan al respecto las encuestas es falsa.
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