24/08/2022
 Actualizado a 24/08/2022
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La sensación de incertidumbre es la dominante desde tiempo atrás. Un motivo fue la pandemia y su mala gestión, plagada de contradicciones, desinformación interesada, científicos inexistentes y confinamientos ilegales de toda la población. Una situación que, junto al elevado número de muertos, recuerda al gueto de Varsovia.

Se trataría de otro episodio más de estos políticos tan ineptos como soberbios que no hace falta enumerar. Sería tedioso y, por otra parte, son de todos conocidos.

Pero en este piélago en que nos hundimos, hay cosas de las cuales podemos tener certeza. Y la más inmediata, es el empobrecimiento de la sociedad, debido a la tasa inflacionista inducida por la codicia del gobierno. A lo que hay que añadir la desmesurada presión impositiva y los agujeros por donde escapa el dinero que posamos los contribuyentes.

En la Unión Europea ya hemos tocado fondo o, dicho de otro modo, nos han convertido en el ‘hazme reir’ y los economistas, en todos los medios convencionales y en la red, buscan explicaciones, datos y emiten dictámenes. Pero ninguno positivo. En algo todos están de acuerdo.

La economía, etimológicamente ‘las normas de la casa’, del griego, no es una ciencia exacta y convive con otras disciplinas tales como filosofía, ética y estadística. Razón por la cual, hay diversas corrientes y sigue viva.

Remontándonos a su origen, en el siglo XVIII, aparece el profesor Adam Smith, que supone una revolución sobre lo que entonces había. Smith innova sobre una serie de cuestiones que recoge en su obra ‘La Riqueza de las Naciones’. Por primera vez se acuñan conceptos como la libre empresa, la competencia, los salarios y beneficios, el mercado. Como vemos es el creador de la economía moderna.

Compartiendo la época con Smith –entre los siglos XVIII y XIX– figuran otros especialistas como David Ricardo, Stuart Mill, Keynes o el incompatible Karl Marx. También hay que hablar del singular Thomas Malthus. Más como profeta que como economista, aunque con sus teorías –maltusianismo– parece que dio en el clavo. Según él la población mundial crecería en progresión geométrica y, de seguir así, en el futuro habría más gente que medios de subsistencia ¡oh!

Y no por casualidad, pasados tres siglos, oímos la misma sentencia maltusiana por parte de los hombres más influyentes del planeta, como Soros y Bill Gates. Lo cual nos hace dudar del origen e interés de esta pandemia. O si vendrán otras sucesivas, más letales y selectivas, para los que no pintamos nada, de nada.
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