24/05/2021
 Actualizado a 24/05/2021
Guardar
Te mueres en Quintana de Raneros y si tus deudos aceptan los términos y condiciones plantan un árbol en tu memoria en Antananarivo (Madagascar), que además todo el mundo puede ver en una página web eterna o udiana. Es un proyecto funerario real, en marcha desde el año pasado, y la idea no me parece mala. En todas las listas de cosas que se deben hacer antes de abandonar este mundo está lo de plantar un árbol, imagino que sea para por lo menos no dejar en el debe la madera del propio ataúd. Lo de la página web eterna, barrunto que será para compensar a los que no escriben el libro también debido, porque el de condolencias no cuenta. Para completar la lista de obligaciones para una vida plena se hace necesario engendrar descendencia y, según la confesión, viajar a este o aquel lugar. Pero centrémonos en lo del árbol.

Según el proyecto In Arboriam, no tardará en comenzar la segunda fase para plantarlos en Portugal y en España, donde las amenazas para el árbol a la intemperie van desde el fuego, a la especulación, pasando por la manía que te tuviera el vecino, capaz de soltarle el hachazo tantos años reprimido. En León, el Cementerio Municipal cuenta con El Bosque de las Almas donde se entierra una urna ecológica al pie de un tejo, un abeto o un acebo. Claro que los interesados también se lo pueden montar por su cuenta y espacir las cenizas fuera de cualquier recinto, en la chopera o el quiñón que ellos o el finado –si lo ha dejado resuelto– prefieran. Resulta más barato y más discreto. Yo mismo tengo un encargo de un alma que espera descansar eternamente en la huerta de su casa. Por fortuna está en terreno urbano. No me imagino el tormento que me daría ese espíritu atribulado si le pilla la concentración y lo que quede del fosfato cálcico de sus huesos acaba remeclazdo con el nitrato de las maíces.
Lo más leído