28/05/2023
 Actualizado a 28/05/2023
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Pues no sé en qué dar con el trastaleo de esta columna (más bien basamento) pues el departamento jurídico de la empresa ya me advierte de que no hables de esto que no se puede; de aquello , que no se debe; no digas a quién votas, ni des pistas de a quién botarías; no des consejos, no cites nombres, no insultes si es que puedes...

La madre que los parió a todos estos estudiaos y leguleyos sin Decauve. Ya lo decía Perrona, «me fío antes de uno de ducha diaria, que no son de fiar, que de uno que dice que viene a dar, a regalar, y en el bolso no trae más que unos papeles.

Yo, la verdad, qué queréis que os diga. Ando con una cosa que los estudiaos llaman mensaje subliminal; es decir, como que no quiere la cosa, en este mismo periódico de hoy le hago un reportaje a un paisano que hace cachas y que con muy buen criterio les llama porrachas, que es un palabro como que ya induce a usarlo. Y de este inducir se puede inducir después que ya, de tener las cachas o porrachas, sería oportuno darles uso y aprobar de una vez por todas –que la tienen paralizada desde antes de la del Consejo General del Poder Judicial, igual desde Landelino Lavilla–, de una puta vez, decía, aprobar la llamada ‘Ley del mango del azadón’, que el grupo que la presentó llamaba algo así, que para eso les pagan, como: «Ley básica de regulación de utensilios concebidos en su origen como herramientas agrícolas pero que podían tener una segunda utilidad en la casuística evidente de que algún necio se aferre a no entrar en razón por las buenas. Argumentos para la licitud de su uso y regulación del máximo de kilopondios empleados en la disuasión». En definitiva, si desmangas el azadón y avisas, «mira a ver si me haces la obra que prometiste o procedo...».

Que fue lo que le pasó a An Gelillo (nuestro fundador) cuando prometieron quitar los impuestos «a móviles de cualquier tracción» y al día siguiente de las elecciones le llegó el impuesto al burro: «¿Qué pasa, que el mi Jamaro III no se mueve, está quieto? No me joder, que desmango...».
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