Impresiones de un poemario imprescindible

Mario Llamazares nos empuja a lo más profundo de los sentimientos en un libro de poemas que te llevan hasta tu propia existencia

Ruy Vega
24/11/2019
 Actualizado a 24/11/2019
Los libros de lectura de Ruy Vega con el poemario de Llamazares sobre la mesa .
Los libros de lectura de Ruy Vega con el poemario de Llamazares sobre la mesa .
Me puede el dolor cada vez que escribo una línea. Son instantes que me mantienen unido a ti en este ya largo caminar a solas, sin una estrella que ilumina el camino en las noches de oscura tormenta. Pero también sé que lo seguiré haciendo. No hay nada más necesario, en este momento, que continuar leyendo aquellos libros que te quedaron atrás porque el destino, el maldito destino, tenía pensado un plan para tí. Y ahora que ya no estás, soy yo quien se ha quedado solo, quien navega entre estas cartas a ninguna parte, quizá buscando una respuesta imposible.

Leeré y escribiré, como siempre, como nunca, cada una de estas cartas cuyo destino conozco, pero cuyo camino considero infranqueable. Pero si un camino he de recorrer, por largo que sea, siempre puedo detenerme y recordar todo aquello que nos une, más allá de lazos irrompibles, más cercano a lo emocional e imperceptiblemente sensacional. La literatura está ahí, no lo niego. Sé que me acompañó cuando estabas, sé que me acompaña ahora que no estás y sé que lo hará siempre. Quizá la literatura sea la única cosa que ha estado conmigo toda la vida.

Hoy te voy a hablar de un nuevo poeta de aquí, de los que caminan por nuestras mismas calles, esas que tantas veces tú y yo recorrimos, de esos que se sientan en las mismas cafeterías y se dejan llevar por el mismo frío. Mario Llamazares ha escrito ‘Impresiones’, una recopilación de poemas imprescindibles, y es que quizá ese debería ser el nombre el poemario. En la portada, una imagen. Sonrío. Me gusta. Me llega. Me deja fijado recuerdos. Se trata del cielo en su esplendoroso atardecer, cuando unas nubes todavía amenazan con regresar, cuando el horizonte, ya poco iluminado y anaranjado, me recuerda que allí te encuentras tú, deseando leer este nuevo texto, esta nueva carta.

Página a página se encuentran los treinta y cuatro poemas que Mario nos regala. De pluma profunda y certera, nos abre la puerta de sus sensaciones más personales invitando a entrar a todo aquel que sienta curiosidad por la realidad, pues de lo que nos habla no hay duda de que podríamos haberlo firmado cada uno de nosotros.
Son muchos los versos que señalé para tí, para dejarlos aquí escritos, pero no podré incluirlos todos. Así que he hecho una pequeña selección que te servirá, seguro, para reconocer el talento. Nos dice en el poema ‘El cometa’ que «Eres mi universo sin estrellas. / Eres hermosa / y no te das cuenta». Me encanta, si pudiera lo aplicaría a la literatura, ese ser maravilloso que hace hermoso lo que toca, aun sin saber de su propia existencia. Como también podría aplicar a la propia literatura, a su magia y a su poder, los versos que encontrarás en ‘Colonia, viernes, 13 de mayo de 2005’ que, como el propio título indica, debe ser algo realmente personal, pero que robo para soñarlo con las palabras y los textos, con los versos y los poemas que invaden mi vida: «Pero a veces desearía / creer en algo y perderme / así, definitivamente, / en su fácil locura». Podría volverme loco por la literatura, pero entonces no sería más que una locura buscada y pretendida.

Es el amor, ambos lo sabemos papá. El amor es el ser humano, el amor es lo que nos rodea y lo que ha conformado, de una u otra forma, la propia historia. El amor… Pero el amor no solo es como nos lo hacen creer en las grande películas, no, no lo es. El amor son los pequeños detalles, los instantes que recordamos cuando estamos a solas, las sensaciones que buscamos cuando se han ido.

El amor es ese beso no buscado, ese abrazo en la noche, esa sonrisa al despertar. Pero el amor también es lo que Mario nos dice en su siguiente poema, ‘Colonia, 5 de junio de 2005’, supongo que hermano del anterior. Nos grita, con certera sinceridad que «A mis manos, para ser felices, / solo les bastan tus manos / entre las mías». Genial. Lo firmo y lo confirmo: a cualquiera de nuestras manos, para su felicidad, llegaría con sentir las de aquel o aquella que amamos. Asiento. Papá, ¿se puede ser más sincero?

Y ahora permíteme que también me sienta cercano al poeta y a sus sensaciones cuando leo ‘Pienso en tí’ y no puedo evitar hacer lo propio contigo, papá. Es tan real lo que leo, tan acertado… Cómo no serlo, si está escrito desde el corazón de un poeta en todo el sentido de la palabra. Nos dice Mario Llamazares que «Y pienso que, tal vez, en algún lugar / de esta informe oscuridad que me circunda / tú también estés pensando en mí, / en este momento». Ojalá pudiera saberlo, ojalá pudiera colarme en tu mundo, en tu nuevo mundo, para conocer si tú también piensas en mí. Pero no puedo… Y, aunque eso lo hace más desgarrador, también me mantiene vivo, empujando a escribir una y otra vez, sin descanso, cartas que buscan ser leídas. Es esa misma sensación, ya petición, que él mismo también nos dice, en los acertados versos de ‘Como en una película de Éric Rohmer’, donde nos escribe: «No me importaría permanecer ajeno al tiempo / en esa materia donde se graban los sueños». Ojalá pudiera colarme por el hueco del sueño de un loco romántico, y llegar así a ese lugar que Mario nos enseña, a ese sitio único donde nacen los sueños. No sé el por qué, o puede que sí, pero ahora, papá, te imagino allí mismo. Para mí, el sueño eres tú.

Solo unas páginas más adelante, solo unas, para descubrir una nueva genialidad de Mario y su relación con esa capa invisible pero indivisible del amor. Nacido de los sentimientos más profundos, este poeta, papá, sabe empujarnos hacia sensaciones por todos vividas, a momentos en los que sentirnos dichosos e invencibles. «No te quiero por unos minutos, media hora, un siglo… / Te querría por un tiempo sin espacios», nos dice en ‘Dana’.

Ojalá algún día nuestros científicos logren transportarnos a un lugar así, donde no existe el tiempo ni el espacio, donde el ritmo de la vida solo lo marcan los sentimientos. ¿Puede haber un lugar mejor? No.

Como puedes comprobar, Mario Llamazares es un gran poeta, un poeta de sentimiento profundo, de los que te hacen sentir que cada línea ha sido escrita para recordarte cada uno de los instantes de tu vida. Ha sido un enorme lujo que mi vida se cruzara con uno de sus libros o, mejor dicho, de sus hojas de sentimientos. Poder leerle me ha llevado a instantes tanto presentes como pasados, al amor por ella, al amor por ti. Espero ya con deseo de lectura la siguiente joya de este joven escritor, como estoy seguro de que, tras la lectura de esta carta, papá, tú también esperas poder leer ‘Impresiones’ que, como te comentaba al principio y ahora entenderás mejor, debería llamarse ‘Imprescindible’.

Leer cada verso y cada poema, cada uno de esas sinceras demostraciones de sentimientos me ha hecho recordarte una vez más con aquella sonrisa maravillosa, con los ojos buscando la verdad tras tus gafas, con tu siempre presente libro en las manos. Papá, ¿sabes? Cada día lo tengo más claro, y tras leer a Mario, me reafirmo en ello: no es inmortal el que nunca muere, inmortal es el que nunca se olvida.
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