‘Impresión’

Ornis
28/06/2016
 Actualizado a 17/02/2019
Querido Sócrates: En el solar de enfrente están creciendo las flores más aparentes. Sin embargo llevamos un tiempo en el que ya habían aparecido otras más modestas y tempranas. De este modo, a medida que pasa el tiempo, el solar nos muestra caras y aspectos diferentes.

Primero fueron las pequeñas verónicas azules y las blancas bolsas de pastor. Después vinieron unos pocos dientes de león y, en un rincón y durante poco tiempo, floreció un grupo de espinos albares. Un poco más adelante el solar se cubrió de unos diminutos geranios que componían una extensa alfombra de florecillas rosa-malva.

No creas que conozco mucho sobre las plantas. Apenas algo para reconocer algunas familias o alguna que otra especie. Pero no pretendo darte una lección de botánica sino comunicarte una percepción.

Me parece que, en un lugar aparentemente tan banal, se produce un espectáculo estético importante porque, desde mi casa, veo como los que lo atraviesan se detienen a mirar. Algunas señoras cortan pequeños ‘bouquets’, otros fotografían las flores o se hacen un autorretrato con ellas de fondo. Veo como algunos niños tienen su primer contacto consciente con las plantas y las flores y juegan con ellas.

Es el campo metido en la ciudad mostrando su cara más amable.

Los colores del solar, dependen del lugar o punto de vista desde el que lo mires. Las flores están irregularmente distribuidas en respuesta a diferentes factores, aunque parece que son ellas las que se han puesto de acuerdo para componer distintas escenas. Esta distribución irregular y la que de ella se hace con cada vistazo, producen diferentes sugerencias.

Hay una zona en donde predominan las grandes margaritas y a la mañana, de lejos, parece cubierta de escarcha. Luego, cuando te acercas y el sol está alto, te satura de la luz que reflejan los pétalos blancos y el amarillo de las cabezuelas.

En otros grupos predomina el rabioso amarillo de una especie como de crisantemos del tamaño de un botón, al que el blanco de las margaritas y el rojo de las amapolas, añaden complementos sobre el fondo verde de las hojas. En otras zonas se ve únicamente, el verde de las hierbas espigadas. Otras, por la combinación de colores, te sugieren banderas; banderas del Vaticano, banderas portuguesas, banderas españolas, francesas o republicanas o japonesas.

En otro rincón las borrajas, moradas, se alinearon frente a una especie de colza silvestre y, cuando mirabas con cierta perspectiva, parecían una procesión de nazarenos frente a un público amarillo verdoso. Hoy, cuando te escribo esto han crecido algo y se ha desdibujado el cuadro.

La paleta básica está representada estos días en el solar. Hoy, escribiéndote, he releído un viejo libro de acuarela y ¡por fin! he comprendido algo de la teoría del color.

Es un regalo para la vista que te desencadena la sensibilidad artística. Me figuro a un Monet, un Pissarro o cualquier otro impresionista contemplando el solar desde estos puntos de vista.

Los veo sacando los varios encuadres para que predominara un color u otro o para que aparecieran equilibrados. Haciéndolo así se puede comprender a estos pintores y su extraordinaria capacidad para captar la luz y ‘la impresión’.

Los distintos tamaños de las flores de color parecido, sugieren los de las diferentes pinceladas. Así las malvas son como una gruesa, las borrajas como una mediana, pero de color más intenso y las pequeñas vicias como simples puntos.

Sócrates, en el solar veo pinturas que podrían acompañar con toda dignidad a ‘Las amapolas de Arenteuil’ o a ‘Los girasoles’. El solar se ha convertido, por un par de semanas, en un museo vivo del color.

Siempre tuyo.
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