Ignacio Fernández Herrero: "El pensamiento se encuentra hoy muy relajado"

El Salón de los Reyes del Consistorio de San Marcelo acoge este viernes la presentación del libro ‘Poscontemporáneos’, que reúne los artículos publicados a lo largo de cuatro años bajo ese mismo epígrafe en Tam Tam Press

Joaquín Revuelta
02/11/2017
 Actualizado a 18/09/2019
El autor de la publicación, Ignacio Fernández Herrero. | DANIEL MARTÍN
El autor de la publicación, Ignacio Fernández Herrero. | DANIEL MARTÍN
"¿Es posible que tengamos que reescribir pronto los libros de texto para anotar que hemos entrado en una nueva edad?" . A éste y otros interrogantes trata de responder el libro ‘Poscontemporáneos’, que este viernes a partir de las 19:30 horas se presenta en el Salón de los Reyes del Consistorio de San Marcelo con presencia del autor, el actual secretario de Cultura y Movimientos Sociales de CCOO de Castilla y León, Ignacio Fernández Herrero, que estará acompañado por el profesor de la Universidad de León y académico de la RAE, Salvador Gutiérrez Ordóñez; la periodista y editora del portal Tam Tam Press, Eloísa Otero; el editor Héctor Escobar (Eolas Ediciones) y el secretario general de CCOO León, Xosepe Vega.

- En su primer artículo de la serie, que tiene una antigüedad de cuatro años, ya se hacía eco de la dificultad de concretar esa nueva edad a la que nos encaminamos, una edad –asegura en su escrito– «aún sin definición ni contenidos que la identifiquen».
- En realidad el conjunto de los artículos que se recogen en el libro lo que defienden es la tesis de que hemos cambiado de edad. La distribución clásica en cuatro edades de la historia está desembocando en una nueva edad todavía sin nombre. Por eso yo me invento esta especie de ‘pos’, pendiente de que otros más listos le pongan el nombre. Pero todo indica que es así, al menos desde mi punto de vista. Independientemente del cambio de siglo, porque hay acontecimientos antes de llegar al final del siglo XX que ya anuncian la caída de las ideologías que han definido desde casi 1789 el mundo occidental. Lo que ha sucedido después es precisamente ese tránsito. Pero el tránsito que se da necesariamente tiene que ser crítico y crítico quiere decir no solo crisis económica, que es la que más nos han vendido, sino que hemos asistido y estamos todavía en ello a una crisis de amplio espectro, en muchos sentidos. De tal manera que la sociedad vive una incertidumbre, pendiente de saber realmente hacia dónde estamos yendo.Y en ese contexto es donde se producen las tensiones entre lo conservador y lo no conservador; es decir, el patrón del pasado y el patrón del futuro. Por lo tanto, una segunda defensa que hace del libro es que hay que pensar todo esto con perspectiva de futuro. Porque si lo pensamos solo bajo la perspectiva de pasado, de que lo que aprendimos es lo que tiene que volver a ser, posiblemente nos demos un batacazo. En distintos artículos reclama también el libro la necesidad de adoptar esa perspectiva de futuro para entender mejor lo que nos está ocurriendo en un presente que caduca cada minuto.

- ¿A su juicio esos cambios en qué ámbitos se viene operando con una mayor visibilidad?
- En todos. Necesariamente tienes que atender a cosas teóricamente de gran magnitud. Cambia la política, cambia la economía, pero también cambia el amor, cambia el trabajo, cambian las ciudades, cambian los movimientos de población... Por lo tanto, no creo que nada escape a este vértigo transformador. Nada, ni en las magnitudes grandes ni en lo doméstico, para entendernos.

- ¿Qué papel están jugando las nuevas tecnologías en este proceso de transformación de la sociedad?
- Esa es otra. Ese es uno de los elementos que hace que esta edad sea muy diferente a la anterior. Bueno, hay varios. Uno evidentemente es la globalización en general. Esto si que es una cuestión novedosa respecto a los momentos históricos anteriores. Ahora mismo los movimientos de masas, los movimientos de capitales, los movimientos de información, la velocidad con lo que esto sucede en todo el mundo esto sí que es absolutamente novedoso, y eso va ligado efectivamente al desarrollo tecnológico. En el caso de la tecnología es lo que también condiciona no solo la extensión de esa globalización sino también otros aspectos como el trabajo, como la comunicación, como el ensimismamiento, sin olvidar otros positivos como extender la expectativa de vida o la curación de enfermedades, etc. La tecnología es una novedad absoluta de esta edad.

- ¿Y en realidad estamos preparados para asumir estos cambios, especialmente las nuevas generaciones?
- El problema de esos cambios, como te decía, es la velocidad. Antes una generación tenía tiempo de sobra para acostumbrarse al televisor, pongo por caso. Mientras que ahora las pantallas se suceden unas a otras casi de lo que dura un iphone. El tiempo lo mides con lo que te dura el móvil. Desde ese punto de vista es muy difícil estar al día. Por eso las tendencias conservadoras son muy poderosas en el conjunto de la sociedad porque no somos capaces de estar al día en esas transformaciones, como antes ocurría. Antes había un periodo suficientemente extenso para acomodarse a las nuevas costumbres, mientras que ahora no es así. Las costumbres van a rebufo de los cambios. Entonces eso produce una inadaptación, una zozobra, un desasosiego en la gente. En cualquier caso los jóvenes mutan antes que nosotros. Los jóvenes tienen la capacidad de mutar mientras que nosotros ya tenemos los valores casi ahí metidos en el ADN y eso lo hace mucho más difícil. Pero yo a los jóvenes les veo mutar con mucha facilidad. No quiere decir con esto que vayan a ser más felices o que lo tengan más fácil. Pero yo confío en la capacidad de los que vienen por detrás para esa adaptación. Al fin y al cabo es una razón de ser de la propia especie.

- ¿Y dónde queda la cultura en todo este proceso de cambio?
- Bueno, yo me quejo de que hay un elemento que está en ruinas en este momento, que es lo que llamo la cultura en general. La sociedad y la educación, la información nos ha compartimentado tanto que todo se ve solo con el punto de vista del compartimento, del grupito, de la parcela. De tal manera que tenemos un defecto en la cultura en general que nos hace muy vulnerables frente a las manipulaciones, frente a las falsas noticias, frente a las postverdades. Hoy un muchacho o una muchacha puede perfectamente saber cuál es el último dron que se está fabricando en el mercado, porque esa es su parcela del conocimiento, pero no tiene ni idea de quiénes fueron los hermanos Wright que inventaron la aviación, por ejemplo. O no es capaz de rellenar una instancia para pedir su entrada en el Aeroclub, pongo por caso. La especialización y la compartimentación del saber es tan extremo que nos falta una cultura general base que yo creo que es la que deberíamos recuperar porque es la que mejor nos defiende sobre todo de las manipulaciones y de las postverdades estas que tanto se llevan en la actualidad.

- ¿Se muestra optimista o pesimista respecto al futuro que nos espera?
- Una exhortación que el libro hace es al pensamiento, porque es el que permitió siempre la evolución histórica en el mejor sentido. Si pasamos de Atapuerca a Altamira fue gracias al pensamiento, que hoy está muy relajado. Lo demuestra el lenguaje. Hay artículos en el libro sobre cómo nos expresamos, que en definitiva es cómo pensamos. Si no somos capaces de desarrollar el pensamiento es muy difícil que las cosas tengan un resultado positivo porque nos dejaremos llevar un poco como borregos. Entonces hay una exhortación a pensar más y en ese sentido el libro aporta citas y referencias que pueden ayudar a extender un poco más lo que en el libro se cuenta. Las factorías del pensamiento de la derecha, por decirlo así, las grandes universidades americanas y otras fundaciones de ese tipo están constantemente lanzando obra sobre esta materia, obra conservadora. Entonces lo que nosotros tenemos que hacer, desde un punto de vista ideológico diferente, es contrarrestar esas influencias a través de publicaciones de este tipo –seguro que las hay mucho mejores– o sobre todo de ejercer el pensamiento.
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