21/06/2021
 Actualizado a 21/06/2021
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Las dos únicas prácticas trashumantes que quedan en Europa son la de las ovejas merinas de España que vienen a los puertos de León y la de los renos de Laponia. A muchas de las unas ya se las sube en camiones hasta los parajes de montaña y para volver a juntar a los otros se utilizan quads, todoterrenos y motos de nieve. Seguro que esto ya lo sabía el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea, antes de ir a Oulu (Finlandia) a buscar ideas para la repoblación. Sabría también que de Oulu para arriba, aunque las fronteras burocráticas de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia están marcadas, la cultura Sami, la misma Laponia, se extiende saltándose convenciones de despacho. Pero de trazas administrativas que no casan con las naturales, una llanura extensa, ni con las culturales, prácticas comunitarias ancestrales y largas sagas, también sabría ya algo el sostén y escudo de Mañueco. Seguro que conocía la ley que determina que en ciertas carreteras del norte de Finlandia, el Estado mantiene la obligación legal de que existan asentamientos humanos cada diez kilómetros, pero como habrá viajado por León provincia ya conocerá las bondades de este modelo de población para vertebrar el territorio y preservar el medio natural. Sabría también que si no vas en vuelo directo a Oulu, hay dos horas en coche desde el más caro Rovaniemi o seis desde Helsinki. Sabrá que Oulu está más cerca de la capital del país que de Inari, que eso sí que es Laponia, en el interior, como la comunidad que vicepreside y no en la costa como la ciudad que visitó.  Sabría también que nada determina el carácter de un pueblo tanto como el clima, que en Oulu se mueve entre el más despiadado invierno y los días eternos del verano, que a los extranjeros trastornan ritmos circadianos, mientras se ceban los mosquitos en las orillas de prístinos lagos. ¿Si sabía todo esto a qué fue? Fue porque sabía que Finlandia estuvo hasta el siglo XX dominada por suecos y por rusos y luego fue escenario de las luchas de muchos otros. Es decir, por la geopolítica más que por la demografía.
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