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Idus de febrero 3: Las uvas de la ira

30/01/2022
 Actualizado a 30/01/2022
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Ciudadanos. Mal nombre para promocionarse en una región que presume de gente de pueblo, gente granjerísima, de muy y mucho campo. Ellos son de ciudad, pero muchos de sus dirigentes antiguos (y algunos actuales) en su atropellado escabullirse están fundando partidos a troche y moche de eso que llaman España vacía, a ver si la llenan, se conoce, con papeletas de votar. La desbandada hará de Ciudadanos el partido que mejor refleje la España vacía, de tan despoblado.

Aunque, a fuer de sinceridad, Ciudadanos en esta región tiene nombre propio: Francisco Igea Arisqueta. Su airosa persona y gallardas declaraciones han hecho de este partido lo que es. Antes y ahora. El doctor Igea se comporta como algunos médicos de antes (y algunos de ahora), que no paran de echarte la bronca por lo que haces o dejas de hacer, como si las enfermedades fueran por culpa tuya. Que unas lo son y otras no, pero da igual. La culpa la tienes tú por no haberle hecho caso (votado) a él más y mejor, por no haber ejercido y ejercitado un voto sano y en forma, sin el colesterol del PP, los triglicéridos del PSOE, el sedentarismo de Podemos o la toxicidad de Vox. Si le hubiéramos votado no estaríamos flojos y apáticos como estamos, tan pálidos y ojerosos. De tanto reñirnos infatigablemente se está quedando sin diagnóstico y sin pacientes, quizás porque resulta difícil mantener la tensión dialéctica si solo tira uno del hilo y a los demás les da igual, ya no están por aguantar tiranteces, buscan una segunda opinión. Indolencia de enfermo e impaciencia de paciente. Pongamos por caso un día cualquiera: don Paco nos revela que Mañueco «trata como a imbéciles a los ciudadanos» (sic) y uno duda si se refiere a todos o solo a los Ciudadanos, con mayúscula. Que vayamos al INE, nos conmina, para comprobar qué bien lo ha hecho él. No tenemos cosa mejor que hacer. Afirma también, ese mismo día (se vino arriba), que los peperos usan la «política del estafador de crecepelo». Eso también suena a experiencia propia, pero no nos meteremos en lo personal. Sentencia, por fin, que en España la mentira y la deshonestidad se pagan. El día 13 pasan la factura, no hay que esperar.

Su partido, insisten, lo quieren bisagra, pero las bisagras suelen chirriar. Hagamos memoria (algo poco a la moda): iban a entrar para cambiarlo todo, para quitar este gobierno, quitar chiringuitos y quitar ... (rellene con lo que quiera) y solo se están quitando a sí mismos. Si engañaron o fueron engañados, poco importa.

En las macrogranjas (recordemos, escala de Richter de la campaña), los Ciudadanos no entran. Aunque existen, por supuesto, fotos de su candidato mirando una vaca como quien mira al tren y diciendo que los demás no saben de vacas, que él sí sabe de vacas. Las vacas barruntan si, votándole, votarán a alguien más, a quien no quisieran votar. No son listas las vacas.

Votarán a estos Ciudadanos quienes votaron a UPyD a partir de 2015.
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