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Idiotismos futbolísticos

22/12/2019
 Actualizado a 22/12/2019
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Se entiende por idiotismo futbolístico un modo de expresión peculiar solo comprendido por los entendidos o aficionados de este deporte. En él existen giros de lengua típicos, como cuando de un jugador se dice que: «abrió la lata», «hizo un caño», «salió a por uvas», «hizo un sombrero», «tiró a la olla», «lanzó un misil», etc. Son expresiones con sentido figurado, puesto que ‘lata’, ‘caño’, ‘uva’, ‘sombrero’, ‘olla’, ‘misil’ son sustantivos que no se atienen a su uso literal, sino a construcciones específicas del fútbol que cobran distinto significado.

Voy a referirme a un lance futbolístico en el transcurso del juego. Cuando en el área del campo propio, uno de los defensores comete una falta, es castigado su equipo con la pena máxima o ‘penalty’, chut o ‘tiro’ de balón desde un ‘punto fatídico’ para introducirlo entre dos postes verticales y uno horizontal, la portería o ‘marco’ guarnecido por el portero, guardameta o cancerbero. Si en la acción del ‘disparo’ el balón entra, se contabiliza como ‘goal’ o ‘tanto’ para conseguir la victoria entre los clubs enfrentados. En este caso suele decirse que el ejecutor «fusiló al portero», idiotismo que está en absoluta contradicción con la acción literal de fusilar. Si por fusilar entendemos la acción de un pelotón que descarga sus fusiles contra una persona; en lo futbolístico solo es un ejecutor quien proyecta el balón de un puntapié, pero no con la intención de impactar en el portero, sino de eludir su parada introduciendo el ‘esférico’ entre los tres palos.

Situémonos al margen de los terrenos de juego centrándonos en lo que ocurre en las gradas. Por lo que se oye en ellas, a la entrada de los estadios debería aparecer el cartel: «¡El insulto os hace libres, ánimo!». Hasta el domingo pasado no se había suspendido en España ningún partido de fútbol por expresiones racistas, violencia o insultos de los espectadores contra determinados jugadores. Ocurrió en el partido entre el Rayo Vallecano y el Albacete. A un jugador de origen ucraniano del equipo albaceteño, voceros del equipo contrario le llamaron reiteradamente «puto nazi», al parecer como supuesto adepto a esa ideología. Rayo, Albacete, árbitro y La Liga han dejado el asunto en manos del Comité de Competición para que resuelva.

No es extraordinario oír en los estadios españoles todo tipo de vejaciones que se amparan bajo el derecho a la libre expresión; incluso deseando la muerte a un jugador al haber fichado por otro club, pese a llenar las arcas de éste último con ciento veinte millones de euros por el traspaso.

Se ha establecido, pues, un precedente. A partir de ahora será preciso aplicar la medida en todos los campos, para lo cual habrá que atender tanto a lo cualitativo como a lo cuantitativo. Respecto a lo primero, habrá que discernir entre las alusiones permisibles y las sancionables, y las distintas penalidades para estas últimas. Si llamar ostensible y reiteradamente «nazi» a un jugador es sancionable, ¿llamarle «caracol» (baboso, cornudo, arrastrao), «negro de mierda» o «hijo de puta» no lo es también? ¿Se debe sancionar por manifestar viva y claramente expresiones de odio como ¡puta España! o ¡puta Cataluña!? Si por llamar «nazi» se suspende o se sanciona, ¿por qué están quedando sin sanción ni suspensión insultos y vejaciones a los árbitros y jueces de línea, no menos soeces y mucho más frecuentes en todos los campos de juego? Respecto a lo cuantitativo, ¿dónde establecer el límite sancionador entre el insulto aislado de unos pocos o los gritos multitudinarios?Difícil tarea.
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