27/01/2023
 Actualizado a 27/01/2023
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Esto de pasar por aquí cada 15 días hace que la actualidad te coma, que cuando consigues tener una sesuda opinión formada sobre un tema ya te ha atropellado el siguiente y vuelta a empezar.

Me voy a quedar con la polémica de la semana pasada, porque la de esta me resulta lo suficientemente ridícula como para pasar por encima de que al alcalde de Valladolid le haya parecido fatal una broma del internet.

Ridícula es también la última ocurrencia del vicepresidente sin ocupación – puesto soñado por cualquier político de nuestros tiempos –, pero demasiado tiempo para pensar en barbaridades hace que éstas impliquen ser de verdad una amenaza para la sociedad.

Mire, señor Gallardo, le voy a contar una cosa. Acabo de verque es usted más joven que yo, cosa que me sorprende teniendo en cuenta lo retrógrado de lo que ocupa su mente. Aún así, cuando tenía su edad ya era padre, no porque nadie me obligase a tener un niño, sino porque esa era la ilusión que teníamos mi pareja y yo.

Y lo hicimos porque por suerte somos unos privilegiados que tenemos las condiciones económicas, familiares y sociales necesarias para criar un bebé de la mejor manera posible. Pero le voy a contar un secreto que a su burbuja no llegará: hay gente que quiere ser padre y por esos motivos u otros no puede.

¿No le parecería una idea mucho mejor ayudar a la gente que quiere tener hijos en vez de obligar a los que no a hacerlo? Tener un bebé supone un desgaste a todos los niveles que solo el hecho de que sea tan deseado y querido puede convertirlo en anécdota. Verte en esa situación por obligación solo puede llevar a un mal final.

Así que mire, le doy ideas.Podría usted aumentar las ayudas económicas a los padres, mejorar los procesos de adopción, los tratamientos de fertilidad o simplemente poner los medios para que los padres puedan estar tranquilos sabiendo que si su hijo se pone malo le va a tratar un pediatra que ya le conoce en un centro de salud que es el suyo. Quizás eso dé mejor resultado que intentar convertir en delincuentes a las mujeres que deciden que no quieren ser madres por los motivos que sean. Pero en fin, que yo no tengo tiempo para pensar.
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