17/04/2022
 Actualizado a 17/04/2022
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Son ya cerca de cinco millones los ucranianos que han huido de su patria refugiándose en distintos países. En su mayor parte acogidos provisionalmente en Polonia. A este número hay que incrementar alrededor de siete millones los desplazados en el interior de Ucrania. Es difícil saber el destino exacto de estas personas, ya que, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), pueden estar en tránsito la mayoría de ellos huyendo hacia el oeste del país. Se estima, pues, que alrededor de once millones son las personas que han abandonado sus hogares tan solo con lo puesto. Tal espeluznante dimensión humanitaria no se había producido en este perro mundo desde la II Guerra Mundial. Y aún queda por delante mucha guerra («operación militar especial» obliga la ‘putinocracia’ a decir a sus súbditos, bajo severas sanciones, tergiversando así el nombre y mintiendo sobre los hechos).

Son más de 50.000 ucranianos los que han llegado a España. El presidente Pedro Sánchez vaticina que pronto subirá la cifra a 70.000. En León se llega ya a los 300.

Los países de la Unión Europea acordaron, una semana después del inicio de la invasión rusa, otorgar protección oficial a los refugiados llegados desde Ucrania, a través de una disposición del 2001 aprobada después de la guerra de los Balcanes. Todos tendrán derecho a un permiso de residencia, acceso al mundo laboral, a la vivienda y asistencia médica y social.

El exilio de ucranianos invita a recordar los huidos de España al término de la Guerra Civil. Cerca de medio millón cruzaron los Pirineos escapando de la persecución por los insurgentes comandados por Franco. Nada que ver el trato inhospitalario que tuvieron en Francia con la humanitaria acogida de Polonia a los ucranianos. Semejante a estos últimos, en su mayor parte mujeres, niños, ancianos y personas sin responsabilidades políticas ni militares, huyeron de España con lo puesto empujados por el miedo físico y psicológico. Según Alicia Alted (‘El exilio español en la Unión Soviética’), de ese medio millón a finales de 1939 habían retornado a España más de la mitad. ¿Cuándo y cuántos ucranianos retornarán a su país?

Uno de los acontecimientos más entrañables que trajo consigo la contienda española fue, sin duda, la partida entre 1937 y 1938 de 3.000 niños hijos de republicanos españoles que salieron rumbo a la URSS desde distintos puertos de España. Ninguna madre pudo imaginar jamás que la separación iba a durar 20, 30 o más años; o que, en el peor de los casos, no iba a ver a sus hijos nunca más. Había entonces cientos de familias rusas deseosas de acoger o adoptar niños españoles. Pero las autoridades soviéticas creyeron mejor mantenerlos juntos para que no perdiesen su lengua ni su identidad, acogiéndolos en 16 casas de distintas regiones de la URSS con sus respectivas numeraciones oficiales.

En su libro ‘Los niños de Rusia’, Rafael Moreno Izquierdo bucea en el material desclasificado de los interrogatorios efectuados por la policía de Franco y la CIA a los repatriados españoles tras su regreso de la URSS en 1956. Tras ganar la guerra, Franco tenía como objetivo intentar el regreso de los niños españoles, si bien recelaba que con su vuelta, ya alcanzada la edad adulta, la KGB intentase infiltrar agentes activos; o que el PCE utilizase la repatriación como medio eficaz para socavar el régimen. Por su parte, la CIA estaba ansiosa de saber la capacidad de la industria armamentística que se escondía tras el telón de acero en la época más dura de la guerra fría.
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