Huellas literarias que marcan la piel y enriquecen el alma

Elvira Martínez Ropero compagina su faceta de docente como profesora de Lengua y Literatura con la de escritora y también divulgadora de la Historia Antigua en sus colaboraciones con el Museo Liceo Egipcio de la capital leonesa

Mercedes G. Rojo
22/11/2022
 Actualizado a 22/11/2022
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"Las historias que cuentas las marcas de tu piel se oyen con los ojos, se recuerdan con el alma (...)"
Elvira Martínez Ropero. Escritora. De ‘A una sequoia muerta’ en ‘Luciérnagas en el desierto’

Hoy traemos a nuestras páginas a una nueva escritora leonesa que podríamos decir que ha estrenado el panorama editorial de la provincia hace apenas unos meses lo que, como siempre aclaramos, no quiere decir que sea nueva en estos lances de escribir. Hablamos de Elvira Martínez Ropero, (Trobajo del Camino, 1986), que llegó al mundo en un día de primavera para, a partir de ahí, crecer jugando en las calles de esta localidad, al pie del Camino de Santiago por el que ha visto transitar a tantos peregrinos cargados con su historia. Quizá fuera este hecho y la influencia ejercida por aquellas otras que su propia abuela le contaba lo que hizo que se enamorara tanto de la Literatura como de la Historia Antigua para descubrir en ellas, ya de adolescente, que ambas habían de estar presentes tanto en su realidad profesional como entre las máximas aficiones de su vida. Y así, hoy, ejerce comoprofesora de Lengua y Literatura en Secundaria y Bachillerato, con la ardua tarea de acercar a dicho mundo a los adolescentes de esta provincia (a quienes tratade proponer acercamientos próximos a sus intereses más personales), tarea profesional que compagina con sus colaboraciones en el Museo Liceo Egipcio de León, en el cual no solo ha realizado estudios de Egiptología, sino que también lleva a cabo una importante labor didáctica y de difusión de un mundo que la apasiona y del que considera que "el estudio del pasado cercano o remoto es fundamental para aprender de nosotros mismos, para mantener viva la esencia del ser humano, las propias humanidades y la esperanza en un futuro mejor".

En una entrevista que le realizaron con motivo de la publicación de su primer libro, ‘Luciérnagas en el desierto’, reconoce que las letrasentraron a formar parte significativa de su vida desde muy temprano, tal como nos indica en estas palabras: "Desde el jardín de infancia encontré mágicasaquellas veintisiete letrasque podían hacer que dejáramos por escrito y de manera permanente cualquier cosa; después descubrí que el lenguaje con el que nos comunicamos cada día servía también para crear, imaginar, soñar... el colofón para agarrarme a los estudios de las lenguas y la literatura y no soltarme ya nunca", una circunstancia que –en la medida de sus posibilidades– intenta contagiar a esos jóvenes con quienes ahora trabaja, en la seguridad de que la literatura (tanto la que leemos como la que pudiéramos escribir) puede hacernos mejores y más completas personas. Ese camino emprendido de intento de contagio pasa por sus circunstancias de comunicadora, docente, divulgadora, y ahora también ya como escritora, la faceta a la que más trabajo le ha costado llegar por lo que de íntimo tiene la poesía, la disciplina literaria en la que habitualmente se expresa y en la que cada día se va sintiendo un poco más cómoda en lo que a compartirla se refiere.

En este su primer mencionado poemario (publicado gracias al ineludible empuje deCarlos Salem, con quien ha realizado cursos de escritura), Elvira nos deja su particular visión del mundo a través de su personal reflexión sobre conceptos universales tales como elfeminismo, el tiempo, la traición, el olvido, la solidaridad,..., de personajes e historias ajenas, o de sentimientos más personales en los que nos podemos ver fácilmente representadospues, no en vano y como ella misma sugiere, la poesía nos permite poner en práctica la capacidad de empatía que todos llevamos dentro. Esa misma idea la acompaña también en su participación en otras publicaciones de carácter coralen las que desde hace tiempo –una vez rota la barrera que el pudor impone a muchas de las personas que escriben poesía- participa también.

Pero no son los únicos caminos literarios que recorre y, mientras continúa escribiendo poemas, le gustaría poder ver editado un cuento infantil inspirado en el mundo egipcio (que en su momento escribió junto a su amiga Bárbara González) o realiza guiones teatralizados para el Museo egipcio (junto a la directora del mismo, Beatriz Cañas) con el fin de acercarnos a aspectos tan sugerentes de tal civilización como la muerte, la momificación, el inframundo o la resurrección. Y ya puestos, y siguiendo con ese camino de divulgación histórica, desde hace algunas semanas se ha incorporado también a la revista digital de divulgación y literatura MasticadoresFEM, en la que a través de su sección ‘En femeNILO’, nos acerca de forma amena y clara a múltiples aspectos de esta sugerente cultura que tantas aportaciones dejó a la humanidad.

Elvira Martínez Ropero combina su alma de docente con su alma de escritora, convirtiéndola así en una de esas personas que no solo cree en la capacidad transformadora de la literatura entre los jóvenes (y así trata de demostrarlo día a día en sus clases frente a un público difícil de convencer, intentando «hacerles creer en la belleza de lo que les cuentas, en la importancia de los hechos y los datos y su trascendencia»), también en el hecho de que el currículo no debe encorsetarnos, de que no debe ser marcado exclusivamente por los libros de texto, y por ello –para tratar de mantener viva la llama de la literatura que un día la atrapó a ella para siempre– no solo abre sus clases a otras opciones (entre las que también procura tengan su pequeño espacio las letras leonesas de todos los tiempos) sino que intenta desplegar ante ellosherramientas heredadas de la práctica del teatro, la narrativa e incluso la poesía. Porque para acercar la literatura, también hay que convencer, y para ello nosotras terminamos con estos versos suyos pertenecientes a su poema ‘Sobre la tierra roja’:

"El tiempo es un viento veloz de tormenta.
A veces, relampaguea ante mi ventana,
cierro los ojos y tengo una cana nueva.
Nos asusta mirar el reloj, descubrir que ya es tarde
para jugar otra partida y que él tiene mejores cartas (...)"

Mientras tanto, si tienen la oportunidad no dejen de leerla y/o de escucharla. Les merecerá la pena.
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