Hostias como panes

Por Sofía Morán

Sofía Morán
29/04/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Ya vamos estando acostumbrados a ver en las noticias, casi de forma habitual, las famosas ‘tanganas’ de padres durante los partidos de fútbol de sus pequeños cadetes. Amenazas al árbitro, gritos, insultos, agresiones y bochornosas peleas protagonizadas por esos energúmenos fuera de control, sí, ya saben, esos padres que creen que su hijo será el próximo Cristiano Ronaldo.

Pero el pasado fin de semana, en un local de Huelva destinado a celebraciones infantiles con piscina de bolas, toboganes y demás divertimentos infernales, las protagonistas del escándalo fueron las madres.

La situación fue algo tipo: niño insulta a niña, o se cuela de turno, o le tira una bola a la cabeza (vaya usted a saber), madre que se mete a defender a su hija y reprocha su comportamiento al otro niño. Madre de niño cabreada porque sólo ella corrige a su hijo, ¡faltaría más!

Y así, sin mucho más que decir, lo que empezó con una pequeña discusión, terminó con sillas volando por el local, gritos, tirones de pelo, intervención policial y dos ambulancias asistiendo a los heridos (leves). Hostias como panes, que diría Irene Montero. Todo ello con los niños presentes, por supuesto, muy asustados pero tomando buena nota y aprendiendo las formas y maneras de gestionar un conflicto.

Nunca jamás en la vida he tenido que entrar en un local de este tipo (aunque todo se andará, no digo yo que no), pero soy experta en los parques al aire libre, con sus casetas, sus columpios y sus toboganes, lugares de alta tensión donde el conato de conflicto entre padres está presente en todo momento.

Mientras los niños juegan, los padres solemos rondar la zona, siempre atentos a cualquier peligro: un niño que se cuela en su turno de tobogán, un pequeño empujón, un «tú con nosotros no juegas», el robo de algún juguete… ¡Y ya está el lío armado! Los padres nos abalanzamos ante la injusticia, a corregir y a poner orden, no vaya a ser que los niños solucionen el conflicto por si solos y sigan jugando tranquilamente 5 minutos después.

Sé que hay niños maleducados y abusones, porque hay padres, muchos, maleducados y abusones. Por eso si las cosas se complican, lo mejor que podemos hacer es coger a la prole y marcharnos por donde hemos venido. Hay situaciones que es mejor no tentar, háganme caso si quieren sobrevivir a la temporada primavera-verano de parque infantil que nos espera.

Pero dejando a un lado a esos padres y madres desquiciados y peligrosos, capaces de llegar a las manos por la situación más absurda, lo que nos pasa a muchos de nosotros es que poco a poco nos hemos convertido en los clásicos ‘padres helicóptero’, esos que ‘sobrevuelan’ constantemente a los hijos, solucionando sus conflictos, facilitándoselo todo, levantándoles cuando se caen, y en general, acolchándoles la vida para que nada les turbe. ¿Les suena de algo?

El resultado es evidente: les llevamos la mochila del cole, les perseguimos por el parque con el bocadillo de chorizo, llevamos su agenda siempre al día y por supuesto nos ocupamos de sus deberes, somos algo así como los secretarios personales de nuestros hijos, siempre ayudados por el infatigable grupo de WhatsApp ‘Madres y padres de Quinto C’.

¿Y qué me dicen de esa moda de los cumpleaños infantiles, donde los pequeños invitados también reciben algún obsequio? Ya saben, que si no hay nada para ellos igual se frustran y no son felices. Pues eso.

La crianza se ha vuelto súper intensa, competitiva y excesiva en todos los sentidos. El amor por ellos nos ciega, queremos protegerlos y que sean felices, pero terminamos criando niños caprichosos, dependientes e incapaces de afrontar y gestionar un conflicto con un igual. Niños que no toleran la frustración. ¿Cómo demonios serán felices entonces? Porque como ustedes bien saben, la frustración es algo que nos acompaña siempre, en todas las etapas de la vida, y resulta fundamental aprender desde muy pronto a lidiar con ella.

¿Quieren que su hijo sea feliz? Empiecen por quitarle el papel de burbuja con el que le han envuelto, dejen que se caiga, que se equivoque y que se esfuerce.
Yo voy a ver si también me aplico el cuento.

Sofía Morán de Paz (@SofiaMP80) es licenciada en Psicología y madre en apuros
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