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Hostelería, Podemos y PSOE

04/10/2020
 Actualizado a 04/10/2020
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Los hosteleros leoneses deben ser ‘casta’. En el sentido literal. Unos listos. Y unos privilegiados, claro. Al menos eso se desprende de la posición del concejal de Podemos en el Ayuntamiento de León, Nicanor Pastrana, que votó en contra de suprimir la tasa de las terrazas de esos establecimientos durante 2021. Volvió a desviarse del carril por el que transita el equipo de gobierno de la rosa sin espinas. Respondón que le salió al alcalde este edil del área de Participación Ciudadana. Revoltosillo. Y, acaso, un dolor de cabeza permanente. ¡Quién diría que se sienta entre los que mandan y ordenan! Y no es la primera vez que pone en solfa la decisión unánime de la muchachada del PSOE, sus colegas del alma al principio del mandato. Y es que se ve cada cosa…

Que la UPL, el socio encubierto de los socialistas, discrepe (a veces) de las decisiones tomadas por Diez y compañía tiene un pase. O dos. No gobierna y apoya lo que cree oportuno. Es lógico. Ahora bien, que Pastrana, con vara de mando y dedicación exclusiva (?) de 45.000 euritos anuales, le busque las cosquillas al alcalde de forma tan torticera, es harina de otro costal. No se sostiene. ¡Vaya socio! Y, por cierto, el argumento utilizado por el ‘podemita’ para justificar la negativa es de lo más vulgar que podría señalar cualquier concejal en pleno uso de sus cogniciones intelectuales. «Los hosteleros –dijo– no pagan una tasa más alta cuando tienen beneficios». Ni ningún hijo de vecino, oiga. Ninguno. Pero Pastrana se lavó la conciencia al decirlo. De pena. ¡En qué manos estamos!

Vistas las cosas con objetividad, no resulta descaminado asegurar que si a José Antonio Diez le diera por poner un circo le crecerían los bajitos. Porque lo cierto es que le están creciendo en la casa central de San Marcelo y, desde hace tiempo, en su propio partido. Y Pastrana –que tampoco se le olvide a Diez– ayuda a ello. Y mucho. Es un buen punto de apoyo para que desde dentro, desde la sede de la calle 19 de Octubre, le procuren las zancadillas necesarias y lo derriben boca abajo. Andan locos por esa música desde que accedió a la Alcaldía.

A Diez (Díaz) le queda algo menos de tres años para afianzarse en la primera línea consistorial, salvo que sus objetivos pasen por intentar la consolidación de otras responsabilidades ajenas al municipalismo. Aunque menos aún se lo pondrían fácil quienes apuestan por su liquidación definitiva. Como cuando cierra un negocio. Pues igual. De manera, que le toca templarse, jugar bien sus cartas y no cometer errores de cálculo. O de bulto, que son los que más se ven. No le queda otra y no se contempla diferente vía si quiere subsistir en ese proceloso mundo traicionero del palo y tentetieso.
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