Nadie, que no haya cosido en estos trajes, imagina la cantidad de horas de trabajo que lleva cada prenda, la cantidad de pases de la aguja de un lado a otro, la cantidad de veces que le han tomado las medidas al niño, la cantidad de hilos diferentes que han probado, las telas que han buscado, los arcones que han abierto, las horas que han planchado... Sólo el chupete viene de serie para que una mala tarde no estropee el momento esperado.
¿Porqué trabajan tantas horas estas gentes para que sus trajes luzcan como antes lo hicieron durante tantas generaciones otros iguales de los antepasados de su misma tierra?
¿Porqué se pasan tantas horas esos coros populares que escuchan a los más ancianos para recuperar las viejas tonadas que siempre se cantaron en cocinas o corrales?
¿Porqué buscan las telas y los colores de los que fueron sus pendones?
¿Porqué escudriñan en la memoria para arrancar los romances olvidados y las coplas de las bodas o fiestas?
¿Porqué tanta gente no lo entiende?
Porque jamás hemos entendido a los que trabajan por nada (material), cantan por nada (material), bailan por nada (material), viven por nada (material). No corren buenos tiempos para los sentimientos.
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