14/02/2023
 Actualizado a 14/02/2023
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Con el entroido abriendo las puertas y las elecciones llamando a ellas desde unas previas que ya comienzan a deshacer la nieve con suavidad en un tono templado de desmarques políticos, Ponferrada da un paso intermedio uniendo ambas cosas, o ninguna. El tono carnavalesco lo pone el disfraz de mofeta, adelantada a su tiempo y ofreciendo su peor cara. Es tan atroz el ser humano, que no llega a definirse a sí mismo como un homo warrus, necesita apoyarse en otro reino, más salvaje, para barrer allí sus porquerías y atrubuírselas a quien no puede manifestar dolor en la ofensa. La mofeta no es un animal despreciable y sucio. Su olor es su defensa.

Educar en realidades tal vez sea un espacio todavía a estudiar, porque no es necesario mentir para atraer. No quieras ser mofeta, reza la campaña de sensibilización que abre la ciudad con un homo mofetus algo descarado y netamente maleducado. Carnaval, mentira, concienciación y política se unen en sus colores negro y blanco, como el ying y el yang, como un soldado imperial y Darth Vader, como la nieve sobre el carbón. Y sí, con el mismo frío. Porque a nadie le calienta el corazón que una mofeta no sea ejemplo, sobre todo cuando es el warrus el que escucha su mensaje. Quién ha pensado que un warrus puede dejar de serlo porque se ve reflejado en un ser mofetus. Tenemos una ciudad con la alarma echando humo al superar todos los límites de suciedad soportable.

Y, sí, hay mucho warrus apelando tener un papel en ello, sin acritud y con toda normalidad. Llueven colillas encendidas desde los balcones, los pañuelos se despistan sobre las aceras, queriendo sembrar una cosecha que nadie quiere llevar a su cesta de la compra. Hay contenedores que parecen vomitar basura rechazada. Y dueños de mascotas tan hipnotizados con sus teléfonos que nunca llegan a ver el pastelito marrón que tiene que dejar su perro en algún sitio. Estos sí que se merecen un Goya al mejor disimulado de reparto. No necesitamos una mofeta, ni un cerdito al que amenazar con convertirlo en botillo si no se limpia las vergüenzas.

El homo warrus ya estaba en casa, y se reproduce con rapidez. Mejor castrarlo poniéndole un espejo en frente y un dedo acusador, que esbozar culpables de dibujos animados para no perder votos.
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