Homenaje a Gabriel de Castilla, avistador de la Antártida en 1603

[Opinión] Exposición virtual y proyecto educativo del Instituto CYL de la Lengua sobre el navegante palentino

Valentín Carrera
02/11/2020
 Actualizado a 02/11/2020
Monumento a Gabriel de castilla en Isla Decepción. | V.C.
Monumento a Gabriel de castilla en Isla Decepción. | V.C.
Me permitirán que hoy les hable de un paisano nuestro -si todavía la Junta de Valladolid no ha segregado Palencia, o si todavía las tropas independentistas de León no han alcanzado sus objetivos-. Me refiero al navegante Gabriel de Castilla, considerado el primer avistador de la Antártida en 1603.

Mi relación con Gabriel nace de mi último viaje a la Antártida, donde pude vivir en un maravilloso iglú en la base Gabriel de Castilla, en Isla Decepción, en la campaña 2016-17. En aquellos maravillosos meses antárticos, la dotación del Ejército de Tierra, así como los investigadores y científicas, fueron mi familia, de quienes guardo el mejor recuerdo y una inmensa gratitud.

Al regreso, la Directora General de Cultura de Castilla y León -la poeta y viajera Mar Sancho-, me encomendó una exposición itinerante sobre la vida y obra del famoso navegante, que fue inaugurada en Palencia en 2018: «Gabriel de Castilla, azote de piratas y avistador de la Antártida en 1603». Dos años después, el Instituto de la Lengua de Castilla y León y el Ayuntamiento de Palencia han convertido los paneles y mapas de la muestra en una espléndida visita virtual, inaugurada el viernes pasado y de la que tengo el honor de ser comisario (también virtual, en tiempos de pandemia).

Esta exposición virtual, se puede visitar en el enlace: https://bit.ly/34EP1o5, cuenta con el diseño y programación de Santiago Caaveiro; incluye medio centenar de fotografías, documentos originales conservados en el Archivo Histórico Nacional, láminas de cartografía antártica; y el relato biográfico sobre Gabriel que publiqué en 2019, con ocasión del 30º aniversario de la apertura de la base científica en Decepción, una de las islas más hermosas y simbólicas del archipiélago Shetland del Sur.


Azote de piratas


Nuestro protagonista, Gabriel de Castilla y de la Mata, nació en Palencia en 1577 y murió en Lima en torno a 1623. Su familia descendía de los reyes Alfonso XI y Pedro I de Castilla. Este militar y navegante castellano vivió, por tanto, entre dos siglos (XVI y XVII) y entre dos reinados (Felipe II y Felipe III), y fue contemporáneo de Rubens, Quevedo o Cervantes.

Gabriel de Castilla desempeñó su vida militar y marinera entre Perú y Chile, donde combatió en la Guerra de Arauco, y navegó las costas del Pacífico, Tierra de Fuego y los mares del Sur, en expediciones contra los piratas navales, protegiendo el tráfico marítimo desde Indias con la metrópoli.

Hacia 1600, con el nuevo siglo, Gabriel de Castilla fue nombrado por el virrey ‘comandante de las flotas de Nueva España y Tierra Firme’, es decir, el responsable de la seguridad de los galeones que regresaban a España cargados de oro y plata a España, el gobierno de la Armada del Sur, cuyo principal cometido es vigilar las costas de Perú y Chile durante el verano austral. En ese puesto de almirante de la Armada del Sur, Gabriel de Castilla zarpa desde Valparaíso en marzo de 1603 al mando de una pequeña flota. Sabemos por un documento del marinero holandés Laurenz Claesz que en este viaje de exploración la flotilla al mando de Gabriel alcanzó hasta el paralelo 64º de latitud sur.

El dato histórico más valioso es que, a diferencia de otros muchos navegantes que se aventuraban en aquellas latitudes peligrosas para la navegación ―pereciendo en decenas de naufragios―, la flota de Gabriel regresa a Valparaíso, pues en 1605, Gabriel, de 28 años, se casa en Lima con doña Jerónima de Espinosa, con la que tuvo seis hijos; y sabemos, en fin, que Gabriel nunca regresó a Palencia: hizo testamento en Lima, donde murió en 1623, a la edad de 46 años.

Una vida breve, pero intensa, entre Nueva España y Perú, como soldado en la guerra del Arauco, y como capitán del puerto del Callao; almirante de la flota española que defendía aquellas costas en tiempos de piratería y saqueo, navegante intrépido, adelantado de los mares del Sur, quién sabe si por sed de aventura o arrastrado por los vientos australes, hasta alcanzar las Shetland.

Shetland del Sur es el primer archipiélago que los barcos encuentran tras cruzar el Paso Drake, y es ruta obligada para llegar a la Península Antártica. El archipiélago de las Shetland está formado por once islas, entre ellas Rey Jorge, y las islas Livingston y Decepción donde están instaladas las bases antárticas españolas. La base científica española Gabriel de Castilla fue instalada el 20 de diciembre de 1989 en la orilla sur de la bahía Puerto Foster, en el cono volcánico de Isla Decepción, y está encomendada desde entonces al Ejército de Tierra.

En la explanada de acceso a la base, un sencillo monolito construido con huesos de ballena recuerda la memoria de Gabriel de Castilla. En el año 2019 se cumplieron treinta años desde la creación del primer refugio español en Isla Decepción —que desde entonces ha sido hogar y laboratorio de centenares de científicos, investigadoras y soldado—.

La breve biografía que tuve el gusto de escribir, y la exposición itinerante ―ahora reinaugurada en versión virtual― fueron nuestra manera de rendir homenaje al gran almirante palentino, y hermanar su ciudad con la Base Gabriel de Castilla en un inmenso abrazo antártico.
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