julio-llamazares-webb.jpg

Hispanic Society

21/05/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Guardar
En una entrevista que le hice hace ya mucho a Erick el Belga, el considerado mayor ladrón de arte de la historia me dijo con gran cinismo, aunque no sin cierta razón, que él no había robado nada al lado de los museos y de los coleccionistas de arte particulares de todo el mundo ¿Para quiénes crees que robaba yo?, me espetó con una sonrisa mientras apuraba su copa de vino francés en el restaurante en el que me invitó a cenar, cerca de su mansión malagueña. Al final de la noche y ante mi insistencia de periodista un tanto inocente me confesó la razón por la que jamás daría un solo nombre de sus clientes: porque al día siguiente estaría muerto.

Mucho antes que Erick el Belga ya habían recorrido la geografía española personas interesadas en nuestro arte, principalmente el religioso, al que nadie prestaba prácticamente atención, llevándose a sus países y a sus museos particulares todo lo que les vendían a precios hoy irrisorios. Una de esas personas fue un tal Huntington, un multimillonario estadounidense, hijo del dueño del Ferrocarril Central Pacific, quien crearía en su país una sociedad, la Hispanic Society of America, con la colección de arte español que fue reuniendo gracias a la colaboración de anticuarios, políticos, arqueólogos, eclesiásticos y otros intermediarios sin muchos escrúpulos y que está considerada la mejor de Estados Unidos. Adquiridas de forma lícita o menos lícita (entonces las leyes de protección españolas del patrimonio no eran las de hoy), el magnate americano se llevó del país de sus amores (Huntington era hispanista) miles de piezas de todo tipo y de gran valor, entre ellas muchas originarias de la provincia de León, como 47 sitiales procedentes del monasterio de Carracedo, en el Bierzo, o dos esculturas de plata del orfebre leonés Juan de Arfe, así como una preciosa talla cacabelense de San Martín o monedas con el sello de la primera reina peninsular que acuñó moneda, la célebre doña Urraca. Algunas de ellas se muestran estos días en el Museo del Prado de Madrid junto a otras de todo el país en una exposición de lo mejor de su colección que la sociedad estadounidense ha organizado en colaboración con el Ministerio de Educación y Cultura de España.

Casualidad o no, a la Hispanic Society of America, la misma que creó su colección a base de saquear nuestro patrimonio como tantos otros museos y fundaciones de todo el mundo, le acaban de conceder el Premio Princesa de Asturias a la Cooperación Internacional en un gesto cuando menos sorprendente que a mí me ha hecho recordar aquella entrevista con Erick el Belga y lo que me dijo cuando nos despedíamos: yo pasaré a la historia como un ladrón; a mis clientes les darán premios y les considerarán filántropos.
Lo más leído