26/01/2016
 Actualizado a 13/09/2019
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Aunque uno quisiera pensar en otra cosa o mirar para otro lado, en este momento cualquier persona medianamente sensata no puede menos que sentirse preocupada por el futuro de España. Y no vale echar toda la culpa a los políticos, puesto que en realidad la culpa es de los españoles que los eligen. Tampoco vale decir que el pueblo nunca se equivoca. Tal vez no pueda decirse esto de Francia, Alemania o Inglaterra, pero España en este caso, desgraciadamente, es diferente.

La situación es muy preocupante, porque son multitud los que no se han enterado de la gravedad del problema o, dicho de otra forma, los que están muy engañados y equivocados. Hasta el presente, con más o menos acierto, tanto populares como socialistas han podido alternarse en el poder y afrontar los problemas de España. Creo no ir desencaminado si digo que, si Rubalcaba se hubiera hecho con las riendas del poder en lugar de Rajoy, también se hubiera emprendido el camino de salida de la crisis, porque hubiera aplicado en cierta manera las mismas medidas de recortes, reforma laboral y otros comportamientos impuestos por Europa.

Lo que ocurre ahora es totalmente distinto. Se trata de la presencia creciente de otra forma de entender la política hasta acabar con la democracia, impuesta por unos embaucadores que solamente los más ignorantes, o en todo caso los más desesperados, pueden aceptar. Sólo el pensar que están financiados por dos potencias tan dictatoriales como Irán o Venezuela ya da pánico. Cualquier persona medianamente formada que conozca la historia del siglo XX y los horrores del comunismo y de la miseria y dolor que éste ha generado sería incapaz de dar el más mínimo voto de confianza a quienes ahora pretenden retrotraernos a estas formas de gobierno tan perniciosas y obsoletas. Eso sí, ellos hablan de la casta y del capitalismo, pero están montados en el dólar, o en el euro. Lo que sí son ejemplares es en el esfuerzo y la astucia para embaucar a los votantes ingenuos. Se cumple a la perfección en ellos la frase de Jesucristo: «Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz».

Afortunadamente el pensamiento de las grandes figuras del socialismo español en este sentido es coincidente con lo que venimos diciendo, y no entienden cómo puede haber entre los suyos algunos tan ignorantes y mezquinos que con tal de tocar poder sean capaces de vender su alma al Diablo, esto es, a los mencionados hijos de las tinieblas.
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