Hijas de la miseria que empuñaron la pluma

Tres mujeres de Gordoncillo emigraron a principios del siglo XX a Argentina, allí escribieron las páginas de ‘Nuestra Tribuna’, periódico anarquista internacional

Teresa Giganto
22/01/2017
 Actualizado a 18/09/2019
A la izquierda, María Fernández y Macario Cuñado, y a la derecha, Eleuterio Ruiz junto a Fidela Cuñado.Sentados, Encarnación Pastor y Pedro Cuñado.
A la izquierda, María Fernández y Macario Cuñado, y a la derecha, Eleuterio Ruiz junto a Fidela Cuñado.Sentados, Encarnación Pastor y Pedro Cuñado.
Eran hijas del hambre y la miseria. Salieron de entre las cepas de Gordoncillo, cruzaron el charco y buscaron prosperidad en Argentina. Allí empuñaron la pluma y levantaron el puño en la más absoluta clandestinidad. Sus ideas iban a contracorriente de las del resto de mujeres de la época, un siglo XX recién estrenado y plagado de diferencias entre hombres y mujeres, entre ricos y pobres. Eran María, Fidela y Terencia las que habitaron en las sombras de la publicación ‘Nuestra Tribuna’ (1922), «una hojita del sentir anárquico femenino» como ellas mismas definían y cuyo grupo editorial estaba dirigido por Juana Rouco Buela. Sus palabras recorrieron el mundo distribuidas en 39 números en los que reclamaban la emancipación de la mujer. Murieron en Argentina, desde donde defendieron sus ideales anarquistas. Nacieron en Gordoncillo, donde sus cepas dan hoy un vino que alimenta almas en medio mundo. Las mismas que en su día gestaron la tinta y la valentía de quienes querían cambiar el mundo entero.

Las historias de estas tres hijas de Gordoncillo cuya vida se desarrolló en Necochea, ciudad portuaria de Argentina, sale ahora de las sombras en las que han habitado y lo hacen de la mano de dos investigadoras necochenses, Patricia Alejandra Piedra y Ana Carolina Alonso. Hace más de 15 años conocieron la existencia de la publicación del periódico anarquista ‘Nuestra Tribuna’ y años después decidieron comenzar a investigar sobre esta cabecera de carácter internacional y sobre quienes estaban detrás de cada artículo: Fidela Cuñado Pastor, Terencia Fernández Jano y María Fernández de Abajo. «Lograr desentrañar quiénes fueron estas tres mujeres, ha sido una larga tarea que nos ha llevado años», reconocen las investigadoras.

«Intentar bucear en la historia local tratando de hacer una investigación con rigor metodológico es una ardua tarea detectivesca, que depende -en gran medida- de la suerte y de las redes sociales locales a las cuales el investigador pueda tener acceso», explica Ana Carolina. Pero una vez salvados los obstáculos, que entre otros fue hacerse con la copia de la publicación que se encuentra microfilmada en Ámsterdam, comenzaron a tirar del hilo y tirando llegaron a Gordoncillo.

«En la entrevista a una descendiente nos enteramos de que el marido de Fidela, que era Eleuterio Ruíz Jano, era gordoncillense», relatan. Con esa información en la mano descubrieron después que Fidela, Terencia y María, así como sus maridos, eran originarios del mismo pueblo. «Pudimos aventurar entonces que en Necochea existió un grupo de acogida de inmigrantes de Gordoncillo, lo cual explicaría que se hayan formado las parejas en nuestra ciudad, debido a que habían emigrado siendo niños o jóvenes».Se desconoce por el momento el año en el que todos ellos emigraron a Argentina aunque es probable que lo hiciesen hacia el 1907, cuando la plaga de la filoxera asoló los viñedos en toda Europa. «A nuestra zona vinícola no llegó hasta bien entrado el pasado siglo; ello hizo que hubiera una época de esplendor a finales del siglo XIX (porque aquí se seguía produciendo vino cuando en otros territorios ya no), pero trajo un posterior hundimiento», explica el historiador Javier Revilla, el encargado de escudriñar cada partida del Registro Civil gordoncillenses buscando el rastro de estas tres mujeres. «Hacia 1907-1908 prácticamente todas las viejas plantaciones de vid de Gordoncillo quedaron inservibles, procediéndose a la replantación con plantones americanos en 1910. Pero durante los años desde que se produjo la plaga hasta que las nuevas viñas comenzaron a dar fruto, muchos jornaleros quedaron sin trabajo y se vieron obligados a emigrar, siendo esta la causa principal de su partida, unida a otros avatares como la guerra en el norte de África», continúa. Revilla ha desentrañado que Fidela Cuñado en realidad se llamaba Epifanía Cuñado Pastor(1882) y queera hija de Pedro Cuñado, bracero/jornalero, y de Encarnación Pastor. El matrimonio llegó a Necochea junto a su hija y su hijo, Macario, tras haber pasado por Brasil. Éste se casó allí con otra gordoncillesa, María Cuñado, quien en realidad es María Misericordia Fernández nacida (1896) también de Gordoncillo e hija de jornalero, al igual que Terencia Fernández (1890). Ésta última llegó a Argentina junto a su marido, Daniel Cascón. Fidela, María y Terencia permanecieron en la sombra de ‘Nuestra Tribuna’, publicación en la que Juana Rouco destacó por encima de ellas. Tan a la sombra que ni siquiera sus familiares, que viven en Argentina, conocían a día de hoy su participación. Las recuerdan yendo juntas al cine o reunidas en la cocina hablando de «sus cosas» mientras sus descendientes jugaban en la vereda pero pocos se podían hacer una idea de que ellas pusieron voz en todo el mundo a las ideas anarquistas de la época.A quienes menos sorprendió su pasado fue a los familiares de Terencia. Ella tenía 32 años en 1922 y era la mayor de las tres escritoras . Fue madre de cuatro hijos y junto a su marido se dedicó a la empresa hotelera familiar. Sus nietos no conocen su pasado anarquista, pero afirman que era «profundamente anticlerical». La describen como «trabajadora, unida a su esposo, gran anfitriona con sus invitados y para quién el radioteatro en la cocina era una cita obligada». «Poseía un fuerte carácter y era la que llevaba la voz cantante en la familia», cuentan.Los descendientes argentinos de Fidela la recuerdan leyendo en su escritorio y participando en debates políticos. En la época de la publicación del periódico ya era madre de dos hijos que asistían a la Escuela Racionalista y que fueron autores de artículos publicados en ‘Nuestra Tribuna’. Fue la editora más prolífica de las tres y de su pluma salieron numerosos artículos.María era la menor de las tres, contaba con 26 años en 1922. Tuvo dos hijos con Macario, el hermano de Fidela, y más adelante crió a otras dos niñas. El recuerdo que quedó de ella es el de una mujer muy hábil con los números, pero no el de una mujer intelectual. Su vida habría sido muy dura según cuentan y se dedicó a diferentes actividades comerciales. Al igual que Fidela, no fue atea, o quizá lo fuese en su momento para después seguir los mandatos sociales de la época porque su nombre sí aparece en algunos registros parroquiales. Quienes la conocieron la describen como alegre, aficionada al cine y a los juegos de baraja y lotería; pero todos coinciden en expresar su asombro e incredulidad acerca de sus posibilidades como escritora.

Sus ideales

«El feminismo no es ni puede ser un movimiento anarquista… deberíamos alejar de nuestras compañeritas esas ideas separatistas que dominan aún a las que simpatizan con nuestras cosas. Es muy tonto calificar al anarquismo de femenino o masculino a más que la mujer por su trilogía de esclavitud siente la necesidad de reunirse separadamente del hombre (…). La única diferencia que hay entre nosotras y los ‘machos’ es el sexo. Organicémonos gremial y anárquicamente pero sin distinción de sexo.» Este fragmento pertenece al número 21 de ‘Nuestra Tribuna’ y es significativo de su manera de pensar, un reflejo de su ideal social que iba más allá del feminisno, al que ellas mismas criticaban duramente. Cargaban tinta contra el Estado, contra el servicio militar obligatorio y repudiaban la Iglesia Católica. Lo hacían sin esconderse bajo pseudónimos, a nombre descubierto, pero nunca se lo contaron a su familia ni conservaron ningún número del periódico con el que colaboraban mujeres de otros lugares como EE.UU. y tenía suscriptores en todo el mundo.

Sus ideales les acarrearon la persecución policial, un hecho que marcó el punto de inflexión del grupo editor y de ‘Nuestra Tribuna’. «Juana y su familia tuvieron que huir de Necochea y las revolucionarias necochenses con orígenes leoneses desaparecieron de la escena pública y se replegaron al ámbito privado hasta volverse invisibles», comenta Ana Carolina.«No podemos conocer la significación del silencio y el olvido del grupo editor, no podemos reconstruir esas charlas a solas de las que hablan sus nietos, no podemos saber si en su vejez recordaban sus aventuras juveniles. Solo sabemos que guardaron para sí mismas los recuerdos y – tal vez como forma de preservación personal y familiar- prefirieron retornar al ámbito doméstico y privado».

Ya no viven para contarlo y sus cuerpos descansan en Argentina, donde empuñaron la pluma de la libertad, donde Ana Carolina y Patricia han querido sacarlas de las sombras para darles el merecido reconocimiento. «Pensamos que el periódico es un arma y la esgrimimos. ¡Ardua tarea! Empuñar la pluma, nosotras que nunca pisamos ni cruzamos el aula de ninguna universidad, y que somos solamente proletarias, hijas del hambre y la miseria», escribieron bajo la cabecera de ‘Nuestra Tribuna’, con la tinta desgarrada hecha con el zumo de la uva, esa que producen las vides de Gordoncillo, en las que se gestaron unas voces femeninas disonantes deseosas de cambiar el mundo. El que primero cruzaron para después conquistar silenciosas.
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